CORPUS HERMETICUM
CORPUS HERMETICUM
POIMANDRES 2
El
Poimandres (o Pimander) es uno de los tratados del Corpus Hermeticum,
obra
gnóstica de los primeros siglos de nuestra era, que se presentaba como
proveniente
del Antiguo Egipto, como revelaciones del dios Toth (Tat), y que
ejerció
una poderosa influencia en el neoplatonismo. Marsilio Ficino hizo la
traducción
al latín, junto con otros tratados del Corpus y por su mediación tuvo
un
gran impacto en la cultura Renacentista y ulterior
TRATADO
XII
DE
HERMES TRISMEGISTO A TAT. Sobre la inteligencia común.
1
La Inteligencia, oh Tat, proviene de la realidad misma de Dios, si se puede
hablar
de una realidad divina; y en cuanto a que solo Dios mismo se conoce
exactamente.
La Inteligencia pues no está separada de la realidad de Dios, sino
como
si se desplegara de ella, como la luz se despliega del Sol.
Por
otro lado, la Inteligencia en los hombres es un dios, y por éso algunos
hombres
son dioses, y su humanidad está muy cerca de la divinidad. Por ésto el
Buen
Genio llamó inmortales a los dioses, y a los hombres dioses mortales. En
los
animales irracionales la inteligencia es la naturaleza.
2
Dondequiera hay alma hay inteligencia, como también dondequiera hay vida
hay
alma. En los animales irracionales el alma es vida desprovista de
inteligencia,
y a su vez la inteligencia es un beneficio acordado a las almas de
los
hombres, porque las dirije hacia el bién.
En
los seres irracionales la inteligencia coopera con la naturaleza particular de
cada
uno de ellos, mientras que en los hombres resiste a la naturaleza. Dolor y
placer
pervierten al alma no bien entrada en un cuerpo, y el cuerpo, compuesto,
es
como un caldo donde el dolor y el placer hierven juntos, y donde el alma se
sumerje
y ahoga.
3
Cuando las almas pues se dejan conducir por la inteligencia, ésta las ilumina
con
su luz y actúa en contra de sus pretensiones. Como el buen médico hace
sufrir
al cuerpo enfermo quemando y cortando, de igual manera la inteligencia
entristece
al alma arrancándola del placer del que nacen todas sus
enfermedades.
La
enfermedad mayor del alma es negarse al Dios, la siguiente es la
opiniabilidad,
causa de todos los males y de ningún bién. La inteligencia pues,
al
contrariar la enfermedad, procura el bien del alma, como el médico la salud
del
cuerpo.
4
Por otra parte, todas las almas humanas que no lograron que la inteligencia
las
guíe, sufren la vida de los animales irracionales, pues la inteligencia las
ayuda
a que se consoliden las pasiones a las que las arrastra el ímpetu de sus
antojos
lanzados a lo irracional.
Como
animales irracionales obedecen sin razón a sus cóleras y sin razón no se
cansan
de desear ni se hastían de los vicios. Por éso el instinto colérico y la
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pasión
del deseo son los vicios máximos. Estas son las almas a las que Dios
impuso
la Ley como verdugo y para convencerlas del mal.
5
- Entonces, oh padre, la doctrina de la fatalidad que recientemente me
enseñaste
corre peligro de destruirse. Porque si el Destino manda
absolutamente
que éste o aquel comentan adulterio o sacrilegio u otro crimen
¿serán
castigados si lo han cometido por fuerza fatal?
-
Todo es obra del Destino, hijito, y sin él nada habría en el mundo corporal,
nada
de bueno ni de malo. Está dictado por el Destino que al que hace el bien
le
correspondan las consecuencias, y por éso él actúa, para recibir lo que recibe
porque
así actuó.
6
Es suficiente por ahora lo que hemos dicho sobre el mal y el Destino. Hemos
hablado
ya sobre el tema en otro lugar.
Ahora
estamos tratando sobre la Inteligencia, el alcance de su poder, qué
distintos
efectos produce en un tipo determinado de seres humanos, y de qué
manera
diferente obra con respecto a los animales irracionales.
E
insistamos que en cada uno de aquellos, los racionales, produce sus buenos
efectos
de maneras completamente diferentes según la forma distinta como
calma
la ira y el deseo, pues hay que tener en cuenta que unos obran guiados
por
la razón y otros como brutos: todos los hombres están sometidos al
Destino,
tanto al nacer como en los cambios que se suceden en la vida.
7
Y todos los hombres padecen las consecuencias que les marca el Destino a
sus
actos: pero en forma diferente a los demás los que obran según razón, de
los
que dijimos que la inteligencia los conduce, pues las sufren, bien que hayan
abandonado
la maldad y no sean malos.
-
Pero padre ¿qué dices ahora? ¿Es que no es malo el adúltero, el homicida y
todos
los demás?
-
No es así, hijito, el hombre de razón, no habiendo cometido adulterio sufrirá
las
consecuencias del adúltero, no habiendo matado sufrirá las del asesino: es
imposible
sustraerse de las condiciones que impone la vida como tampoco de
las
del nacimiento; de la maldad, en cambio, puede salvarse el que posee la
inteligencia.
8
Por éso yo siempre escuché decir al Buen Genio - que si hubiera dejado todo
por
escrito hubría hecho un gran servicio a la humanidad, porque solamente él,
hijito,
en pura verdad, como dios primero engendrado y habiendo contemplado
todas
las cosas, profería enseñanzas divinas -, le escuché, decía, decir cierta
vez
que " Todo es Uno y aún más los seres inteligibles, y que vivimos por el
Poder,
la Energía y el Siglo, y que su Inteligencia, que es también su íntimo
ser,
es buena ".
Siendo
esto así, por tanto la Inteligencia carece de dimensión espacial, y por
consiguiente
la Inteligencia, que comanda todas las cosas y que es el ser íntimo
de
Dios, tiene el poder de hacer lo que quiere y como quiere.
9
Por tu parte reflexiona y aplica esta enseñanza a la cuestión que me hacías
antes,
me refiero acerca del Destino de la Inteligencia. Si dejas de lado, hijito
mío,
el vano espíritu de controversia, descubrirás que en realidad la
Inteligencia,
el ser íntimo de Dios, prevalece sobre todas las cosas, sobre el
Destino,
la Ley y todo lo demás, y que nada le es imposible, ni poner a un alma
humana
más allá del Destino, ni, si ha sido negligente como suele ocurrir,
someterla
al Destino.
Pero
ya he contado sufiencemente los magníficos dichos del Buen Genio.
-
¡Y son palabras divinas, oh padre, y verdaderas y útiles! Pero explícame
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todavía
lo siguiente: Dijiste que la Inteligencia en los animales irracionales
opera
como naturaleza colaborando con sus impulsos. Ahora bién, los impulsos
de
los animales irracionales, supongo, son pasiones. Por tanto, si la Inteligencia
colabora
con los impulsos y los impulsos son pasiones, ¿Es entonces la
Inteligencia
una pasión, dado que actúa con las pasiones?
-
Bien dicho, hijito, digna pregunta, y es justo que la responda.
11
Todos los incorporales, hijito, que están en un cuerpo son pasibles, y,
hablando
con propiedad, son en sí mismos pasiones. Pues todo motor es
incorporal,
todo móvil es cuerpo, y los incorporales se mueven y son movidos
por
la Inteligencia, y el movimiento es una pasión.
Por
consiguiente uno y otro padecen, el motor y el móvil, el uno porque
impulsa,
el otro porque es impulsado.
Lo
que está separado del cuerpo, se separa también de la pasión. Y más bien
digamos,
hijito, que nada es impasible, todo es sujeto de pasión.
Difiere
la pasión de ser sujeto de pasión, una es actividad, lo otro pasividad.
Ahora
bien los cuerpos también por sí mismos son activos, porque o están
quietos
o se mueven, y en ambos casos hay pasión. Los incorporales a su vez
están
siempre activos y por ello son también sujetos de pasión. No dejes que
esta
terminología te confunda: acción y pasión son la misma cosa, y no hay
porqué
incomodarse de utilizar el término más conveniente.
-
¡Oh padre, te has manifestado soberbiamente!
-
Atiende ahora a ésto, hijito, porque hay dos cosas que Dios otorgó al hombre
con
excepción de todos los demás animales mortales: la inteligencia y la razón,
que
es lo mismo que decir la inmortalidad. (Tienen también el don de hablar).
Si
pues el hombre usa ambas cosas para los fines que corresponden, en nada
diferirá
de los inmortales. Antes bién, una vez salido del cuerpo, ambas le
mostrarán
el camino hacia el coro de los dioses y de los benditos.
13-
Los demás seres vivos ¿no gozan de la palabra racional, oh padre?
No,
hijito, sólo tienen voces. Palabra y voz difieren por completo. La palabra
es
la misma para todos los hombres, en cambio cada raza animal tiene su grito
propio.
-
Pero los hombres, oh padre, de acuerdo al pueblo a que pertenecen ¿no usan
palabras
diferentes?
-
Distintas, sí, hijito, pero uno es el Hombre y por tanto uno es también el
lenguaje.
Se traduce de una lengua a otra, pero al final se descubre que es lo
mismo
en egipcio, en persa o en griego.
Me
parece, hijito, que ignoras toda la fuerza y la grandeza de la palabra
racional.
El Buen Genio, bendito dios, ha dicho que " el alma está en el cuerpo,
la
inteligencia en el alma, la palabra o razón en la inteligencia, Dios pues Padre
de
todos ellos. "
14
Por tanto, la razón es imágen y sentido de Dios, y el cuerpo lo es de la
figura,
y la figura lo es del alma. Lo más sutil de la materia es el aire, lo más
sutil
del aire es el alma, lo más sutil del alma es la inteligencia, lo más sutil de
la
Inteligencia es Dios. Y Dios rodea y penetra todas las cosas, la inteligencia
rodea
al alma, el alma al aire y el aire a la materia.
La
Necesidad, la Providencia y la Naturaleza son órganos del bello orden y de
la
organización de la materia.
Y
cada uno de los seres espirituales tiene su propia realidad, realidad que en
ellos
es la identidad.
En
cambio, cada uno de los seres corporales del Todo es una pluralidad: en
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efecto,
los cuerpos compuestos también poseen la identidad que en ellos
consiste
en su permanente trasmutarse unos en otros, y así conservan una
identidad
invariable.
15
Además, de todos los cuerpos compuestos en general, cada uno posee un
número
propio, porque sin número es imposible que se produzca ni
combinación,
ni composición ni disolución: son las unidades las que engendran
al
número y lo acrecientan, y las que a su vez cuando se disuelve lo reciben en
ellas,
pero la materia permanece una.
Este
Mundo íntegro y total, este gran dios imagen del Dios mayor, que
permanece
unido a El y conserva con El el Orden y la Voluntad del Padre, es la
Plenitud
de la Vida, y no hay nada en el Mundo, a lo largo de la duración del
retorno
al punto de partida deseado por el Padre, ni en su totalidad ni en
ninguna
de sus partes, que no esté vivo. Nunca jamás ha habido, ni hay, ni
habrá
nada muerto en el Mundo. Vivo quiso el Padre que fuera mientras se
mantenga
unido, y por éso necesariamente es un dios.
16
¿Cómo sería posible, oh hijito, que en este dios, en la imagen del Padre, en
lo
que es la Plenitud de la Vida hubiera algo muerto? Porque muerte es
corrupción,
y corrupción aniquilación. ¿Cómo sería posible que una parte del
incorruptible
se corrompiera o que se destruya algo de este dios?
-
Entonces, padre mío, los seres vivos que están en el Mundo y son sus partes
¿no
mueren?
-
Corríjete, hijito, porque te confunde la terminología del tema transformación.
No
mueren, hijito, pero como buenos cuerpos compuestos se disuelven. La
disolución
no es muerte, sino disolución de la mixtura. Se disuelven pero no se
aniquilan,
de forma que vengan a renovarse. ¿Qué es la energía de la vida? ¿No
es
movimiento? Pero ¿puede haber algo inmóvil en el Mundo? Nada, hijito.
17-
Pero padre ¿no te parece que al menos la Tierra está quieta?
-
No, hijito, sino que ella misma, solitaria, se mueve de muchas maneras y
permanece
estable. ¿Hay cosa más ridícula que pretender que sea inmóvil la
nodriza
de todos los seres, la que los hace nacer y los engendra? Es imposible
que
sin movimiento el que hace nacer dé a luz lo que sea que nace. Es muy
absurdo
que te preguntes si es inerte el cuarto elemento, porque no moverse,
para
un cuerpo, equivale a ser inerte.
18
Considera con certeza, hijo mío, que todo, absolutamente todo lo que hay en
el
Mundo está en movimiento, sea para disminuir, sea para aumentar, y lo que
se
mueve está vivo, porque nada obliga a que todo ser vivo sea siempre el
mismo.
Por
consiguiente, hijito, el Mundo, como totalidad, no sufre cambios, y al
mismo
tiempo, todas sus partes se transforman, sin que nada perezca o se
aniquile.
Los
términos son los que nos desconciertan. Porque nacer no es vivir sino en
nuestra
percepción, y la transformación no es muerte, sino en nuestro olvido.
Siendo
así lo que decimos y en consecuencia, todo es imperecedero, Materia,
Vida,
Espíritu, Alma, Inteligencia, de lo que todas las cosas consisten.
19
Por lo mismo, todo viviente es inmortal, y por encima de todos el Hombre,
porque
es capaz de recibir a Dios y porque es capaz de entrar en la realidad de
Dios.
Porque
Dios sólo conversa con este ser vivo, de noche en sueños, de día por
símbolos,
y por todo tipo de medios le predice el porvenir, por las aves, por las
entrañas,
por inspiración, por la encina . Por donde el hombre se confía en
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interpretar
el pasado, el presente y el porvenir.
20
Y observa esto, hijito, que cada animal en particular vive habitualmente en
una
parte del mundo: los acuáticos en el agua, los terrestres en la tierra, los
volátiles
en el aire. El hombre encambio se sirve de todos, tierra, aire, agua,
fuego,
y al cielo mismo lo mira y con él se relaciona por la percepción.
Por
su parte, Dios envuelve y penetra todas las cosas, porque es Energía y
Poder.
Por lo demás, hijito, no es nada difícil entender al Dios.
21
Y si lo quieres ver, mira la organización del Mundo y el bello ordenamiento
de
la organización. Observa la Necesidad en las cosas manifiestas y la
Providencia
en lo que ocurrió y en lo que ocurre. Mira la materia grávida toda
de
vida. Considera este dios inmenso en movimiento con todas las cosas
buenas
y bellas que contiene, dioses, genios y hombres.
-
Pero estas cosas, padre, son energías.
-
Pongamos, hijito, que todo es energía, pero ¿quién es el que energiza? ¿Otro
dios?
¿No ves que así como son partes del Mundo cielo, agua, tierra y aire, de
la
misma manera son sus miembros vida, inmortalidad, destino , necesidad,
providencia,
naturaleza, alma y inteligencia, y es la permanencia de todas estas
cosas
lo que llamamos Bien? Y no hay ninguna cosa del presente o del pasado
donde
Dios no esté.
22-
¿En la materia también, oh padre?
-
Si la materia, hijito, estuviera separada de lo divino ¿qué lugar le
asignarías?
Mientras
no haya recibido la energía ¿qué otra cosa crees que es sino una
aglomeración
confusa? Pero si es activada ¿por quién lo es? Porque hemos
dicho
que las energias son partes de Dios.
¿Quién
les da la vida a los seres vivos? ¿Quién la inmortalidad a los
inmortales?
¿Quién transforma a los que se transforman? Si tú nombras la
materia
o un cuerpo o una substancia, estás hablando de energías mismas de
Dios,
la materialidad es energía de la materia, la corporeidad de los cuerpos, la
subtancialidad
de la sustancia: porque éso es Dios, el Todo.
23
Y en el Todo no hay nada que El no sea. Y no se puede predicar de Dios ni
tamaño,
ni lugar, ni cualidad, ni figura, ni tiempo. Porque lo es todo: y el Todo
en
todas las cosas y rodeando todas las cosas.
Reverencia
esta enseñanza y adórala. Porque no hay sino un culto a Dios, y
consiste
en no ser malo.
TRATADO
XIII - TRISMEGISTO A SU HIJO TAT
Discurso
secreto en la montaña. Del renacer y de la regla del silencio
1
- En las "Lecciones Generales", oh Padre, hablaste en enigmas y sin
derramar
luz
al tratar de la divinidad: no revelaste, con la excusa de que nadie puede ser
liberardo
antes de renacer.
Pero
cuando descendíamos la montaña después de tu conversación conmigo,
me
puse a suplicarte, y como insistía en aprender la doctrina del renacer,
porque
es lo único que todavía ignoro, me prometiste tramitírmela una vez que
ya
fuera extranjero del mundo.
Estoy
preparado: mis sentimientos han madurado y se han hecho fuertes contra
la
ilusión mundanal: cumple pues lo que falta de cómo se renace según
prometiste,
sea de viva voz sea en secreto: ¡Ignoro, oh Trismegisto, de qué
matriz
nace el hombre y de qué semilla!
2-
Hijo mío, la matriz es la Sabiduría comprendida en el silencio, y la semilla
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es
el Bien verdadero.
-
Pero ¿quién pone la semilla, Padre? porque estoy muy confundido.
-
La Voluntad de Dios, hijito.
-
¿Y cómo es lo que nace, Padre? porque será algo extraño a mí mismo y a mi
inteligencia.
-
Lo que nace será distinto, será un dios hijo de dios. el Todo en Todo,
compuesto
de todas los Poderes.
-
¡Me hablas en enigmas, Padre, y no como un padre a su hijo!
-
Estas cosas no se enseñan, hijito, pero cuando el Dios quiere, lo hace
recordar.
3-
Padre, tu me das explicaciones imposibles y de compromiso, y por eso
quiero
replicarte como corresponde: "Soy un bastardo en la familia de mi
padre".
¡Padre, no tengas celos de mí, soy tu hijo legítimo! Expóneme en toda
claridad
la forma en que ocurre el renacer.
-
¿Qué puedo decirte, hijito? No puedo decirte otra cosa sino que habiendo yo
mismo
contemplado una visión inmaterial, por la misericordia de Dios, salí de
mí
mismo y entré en un cuerpo inmortal, y ya no soy el de antes, pero he
nacido
en la inteligencia.
Esta
experiencia no se puede enseñar ni ver con este elemento material con que
vemos
aquí: por éso ya no me preocupo por aquella forma compuesta que fué
la
mía: ya no tengo color, ni toco las cosas, ni percibo el espacio, soy un
extraño
a todo esto.
Me
estás viendo ahora con los ojos, hijito mío, pero por más que me estés
mirando
y me observes no te darás cuenta de lo que soy realmente. No es con
esos
ojos que se me vé ahora, hijito.
-
¡Me enloqueces, Padre, grandemente y dejas mi alma en completa turbación,
porque
a esta altura ya ni yo mismo me percibo!
-
Ojalá, hijito, que tú también salgas de tí mismo como los que sueñan en el
sueño,
pero tú sin dormir!
-
Pero dime ésto ahora: ¿quién es el operador que obra el renacer?
-
El hijo del Dios, el mismo y simple hombre, por la voluntad divina.
-
Ahora sí, finalmente, me has dejado mudo de asombro. Yo he perdido mis
sentidos
comunes y sin embargo te veo siempre con la misma estatura, Padre, y
con
la misma forma exterior.
-
En éso te equivocas: pues la forma mortal es día a día diferente: cambia con
el
tiempo, aumenta o disminuye, y así engaña.
-
Pero ¿qué es verdad entonces, oh Trismegisto?
-
Lo que no está corrupto, hijito, lo que carece de límites, lo que no tiene
colores,
ni forma, lo inmóvil, desnudo, brillante, lo que no puede captarse sino
en
sí mismo, el inalterable Bien, lo Incorporal.
-
Realmente, Padre, ¡estoy enloquecido! Porque creo que me has hecho sabio,
pero
la percepción de mi pensamiento está embotada!
-
Y así es como ocurre, hijito mío. Porque el fuego sube, la tierra cae, el agua
es
húmeda, el aire sopla... pero ¿como habrías de percibir por el sentido lo que
no
tiene dureza, ni humedad, lo inasible, lo impenetrable, lo que sólo se puede
concebir
por su poder y su energía, lo que requiere la capacidad de entender lo
que
es nacer en dios?
7-
¿Es que yo no la tengo, oh padre?
-
Que no sea así, hijito, atráela a tí y vendrá, quiérela y será. Reprime los
sentidos
del cuerpo y se producirá el nacimiento de la divinidad, purifícate del
castigo
irracional de la materia.
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-
¿Es que tengo un verdugo en mí mismo, oh padre!
-
Y no pocos, hijito, sino temibles y muchos.
-
Dímelo, padre.
-
El primer castigo, hijito, es la ignorancia, el segundo la tristeza, el tercero
la
intemperancia,
el cuarto el deseo, el quinto la injusticia, el sexto la ambición, el
séptimo
el engaño, el octavo la envidia, el noveno la traición, el décimo la
cólera,
el undécimo la precipitación, el duodécimo la maldad. Son doce en
número,
pero en cada una hay otras muchas, hijito, que a través del cuerpo
prisionero
obligan a sufrir, sensitivamente, en lo interior del hombre. Se alejan,
aunque
no todas juntas, de quién se apiada Dios, y así se funda el modo y el
sentido
de la regeneración.
8
Ahora, hijito, calla y mantente en piadoso silencioso, que así la misericordia
de
Dios no se detendrá para nosotros. Ahora alégrate, hijito, que se renuevan y
purifican
los Poderes de Dios para que se reunifiquen los miembros del
Nombre.
Viene
a nosotros el conocimiento de Dios, y al venir, la ignorancia es arrojada
afuera.
Viene
a nosotros la experiencia de la alegría, y a su llegada, huirá la tristeza
hacia
los que la puedan recibir.
9
Después de la alegría, llamo al poder de la moderación. ¡Oh poder delicioso!
démosele,
hijito, la más benevolente acogida. ¡Mira cómo desde su llegada ha
rechazado
a la intemperancia!
En
cuarto lugar llamo ahora a la constancia, el poder que se opone al deseo.
El
próximo escalón, hijito, es el pedestal de la justicia. Mira cómo, sin juicio,
arroja
a la injusticia. Y ella ausente, hijo mío, nos hallamos justos. LLamo a
nosotros,
en sexto lugar, a la que lucha contra la ambición, la fraternidad.
Fuera
la ambición, llamo entonces a la veracidad: fuera el engaño, nace la
veracidad.
¡Mira cómo el Bien alcanza su plenitud cuando llega la Verdad!
Porque
la envidia se ha alejado de nosotros, y el Bien sucedió a la Verdad, y
también
Vida y Luz, y ya no estamos amenzados por ningún castigo de la
Tiniebla,
que se han ido volando con fragor de alas.
10
Conoces, pues, hijito, el modo de la regeneración. Cuando sobreviene la
Década,
hijito mío, se concluye el nacimiento intelectual, la Duodécada es
expulsada
y el nacimiento nos diviniza. Porque el que, por la misericordia,
acepta
el divino nacimiento, se percibe a sí mismo con estos poderes y se llena
de
alegría.
11-
¡Oh padre, el Dios me ha hecho inquebrantable! Me represento las cosas
que
veo, no con los ojos sino con la energía intelectual lograda por los poderes.
¡Estoy
en el Cielo, en la Tierra, en el agua, en el aire; estoy en los animales, en
las
plantas; en el vientre, antes del vientre, después del vientre, estoy en todas
partes!
Pero dime algo todavía: ¿Cómo es que los castigos de la Tiniebla,
siendo
doce en número, son rechazados por diez poderes? ¿Cómo se realiza, oh
Trismegisto?
12
-Este escenario del que hemos salido, hijito, consiste en el círculo zodiacal
que
está, a su vez, compuesto por el número de los doce seres, que son de una
única
naturaleza, y signos de todas las formas, para perdición del hombre.
Entre
ellos hay algunas parejas que en la práctica son como uno sólo - la cólera
y
la precipitación, por ejemplo, son inseparables - o imposibles de distinguir.
Por
donde, hablando con corrección, es bien posible que doce abandonen, que
los
diez poderes, es decir la Década, las expulsen. Porque la Década, hijito
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mío,
engendra el alma: pues Vida y Luz son uno, allí nace el número de la
Unidad,
del Espíritu. Por consiguiente y según la razón, la Unidad contiene a la
Década,
y la Década a la Unidad.
13
- ¡Padre, veo el Todo y a mísmo en la Inteligencia!
14
- 9;- ¡Ese es el renacer, hijito, no más percibir en forma corporal
tridimensional!,
logrado durante estos discursos acerca de la regeneración, que
he
consignado por escrito para que no induzcamos al error sobre el Todo a la
multitud,
hacia aquellos que el Dios mismo quiere.
-
Dime, padre, este cuerpo nuevo formado por los poderes, ¿puede tambier
sufrir
la disolución?
-
¡Corríjete y no digas cosas imposibles! Porque faltarías y el ojo de tu mente
cometería
un sacrilegio. El cuerpo sensible de la naturaleza está lejos de esta
generación
esencial. Uno es disoluble, el otro indisoluble, uno es mortal, el
otro
inmortal. ¿Ignoras que, como yo, has nacido dios e hijo del Uno?
15	-
Quisiera, oh padre, el himno de alabanza que tú dijiste haber oído de
los
Poderes cuando estuviste en la Ogdóada.
-
Como la Ogdóada predijo a Poimandres, así justamente te apresuras a destruir
el
escenario, porque ya estás purificado. Poimandres, la Inteligencia Suprema,
no
me trasmitió nada más de lo que yo he dejado escrito, pues sabía que, por
mí
mismo, sería capaz de entender todas las cosas y de escuchar lo que yo
quisiera,
y ver todas las cosas, y me confió la misión de hacer el bién. Por éso,
en
todas las cosas cantan y celebran los Poderes que están en mí.
-
Anhelo, padre, oirlo y quiero comprender todo.
-
No digas más nada, hijo mío, escucha la alabanza armoniosa, el himno de la
regeneración,
que consideré que no era conveniente manifestarlo abiertamente
sino
a tí, al fin de todo. Porque no es algo que se enseña, sino que se oculta en
silencio.
Así entonces, hijito, de pié, al aire libre, vuelto reverente hacia el
viento
del sur, hacia la puesta del Sol en su camino, adora. Y hazlo también al
amanecer,
vuelto hacia el viento del Levante. En silencio, hijito mío.
HIMNODIA
SECRETA - FORMULA IV
17
" Que toda la Naturaleza del Mundo preste oídos a este himno.
¡Abrete
Tierra, soltáos cerrojos de la lluvia,
Arboles,
no os agitéis!
Porque
voy a cantar un himno al Señor de la Creación, al Todo, al Uno.
¡Abríos
Cielos, detenéos Vientos!
Que
el Círculo, inmortal, de Dios atienda mi palabra.
Pues
voy a cantar un himno al Constructor de todas las cosas,
Al
que hincó la Tierra y suspendió los Cielos,
Al
que ordenó al Agua dulce salir del Océano y regar la tierra habitada y la
deshabitada,
para que todos los hombres se alimenten y vivan,
Al
que ordenó al Fuego que se manifestara para toda utilidad de dioses y de
hombres.
Ofrescámosle
todos juntos esta alabanza, al que vuela por arriba de los Cielos,
al
Constructor de toda la Naturaleza.
El,
el Ojo de la Inteligencia, acepte la alabanza de mis poderes.
18
¡Poderes que habitáis en mí, cantad al Uno y al Todo!
¡Conmigo
todo los Poderes que están en mí!
Sublime
Conocimiento, iluminado por tí, por tí celebro la Luz espiritual en
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HERMETICUM
espiritual
alegría.
¡Poderes
todos cantad conmigo!:
Ven,
moderación, canta conmigo.
Ven
justicia mía, canta al Justo en mí.
Ven
fraternidad mía, canta al Todo en mí.
Cante
la verdad, la Verdad.
Cante
el bien, el Bien.
Vida
y Luz, es de vosotras que viene y es a vosotras que va esta alabanza.
Gracias
Padre, energía de los Poderes,
Gracias
Dios, fuerza de mis energías: Tu Nombre te canta himnos en mí,
Por
mí, recibe el Todo por el Nombre, como ofrenda racional.
19
Esto es lo que claman en mi los Poderes: cantan al Todo, cumplen tus
deseos,
tu Voluntad, que de Tí viene y a Tí retorna,
Tú,
el Todo.
Recibe
de todas las cosas la ofrenda racional: el Todo qu está en nosotros:
¡Vivifícalo,
Vida, ilumínalo Luz, Espíritu, Dios!
Porque
de tu Nombre, la Inteligencia es el pastor,
¡oh
Creador, oh conductor del Espíritu!
20
Tú eres Dios.
Esto
es lo que tu hombre, el que te pertenece, clama, por y a través del Fuego,
del
Aire, de la Tierra, del Agua, del espíritu, de todas tus criaturas.
Por
Tí encontré la alabanza digna del SIglo y obtuve mi deseo, por tu voluntad,
el
descanso, pues vi cumplida, por tu deseo, esta alabanza."
21-
¡Oh padre, la he depositado y la conservo en mi mundo!
-
Dí "en mi mundo espiritual", hijito.
-
En el espiritual, padre. Tengo poder. Con tu himno y con tu alabanza, mi
mente
ha quedado llena de luz. Más aún, de mis propios sentimientos, ofreceré
yo
también una alabanza al Dios.
-
¡Pero no improvises, hijo!.
-
¡Padre, diré lo que en la inteligencia estoy viendo!
A
Tí, principio generador de toda generación, yo, Tat, elevo a Dios mis
ofrendas
racionales.
¡Oh
Dios, Tú el Padre, Tú el Señor, Tú la Inteligencia recibe de mí las ofrendas
recionales
que deseas, porque es por tu Voluntad que todo se cumple. "
-
Hijo mío, ofrece una ofrenda agradable al Dios Padre de todas las cosas. Pero
agrega
siempre, hijito, "por el Nombre".
22
- Gracias, padre mío, por tus consejos de la oración.
-
Me congratulo, hijito, que por la Verdad hayas producido buenos frutos, una
cosecha
inmortal. Habiendo aprendido estas cosas de mí, prométeme el secreto
de
esta virtud, que a nadie, hijito, revelarás la forma de trasmitir la
regeneración,
para que no vengamos a ser divulgadores.
Y
ahora basta, ambos estuvimos ocupados, yo hablando, tú escuchando.
Espiritualmemte,
ya te conoces a tí mismo y conoces al Padre, el nuestro.
TRATADO
XIV -
Carta
de Hermes Trismegisto a Asclepio.
¡Salud!
1
Como mi hijo Tat, en tu ausencia, quiso que lo instruyera sobre la naturaleza
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CORPUS
HERMETICUM
del
universo, y como no me permitió posponerlo, y como es hijo mío y neófito
iniciado
de hace poco a los detalles del conocimiento, tuve que hacerlo para él
en
forma extensiva para que le fuera más fácil seguir la instrucción.
Para
tí en cambio, dada tu más avanzada edad y el conocimiento de la
naturaleza,
prefiero enviarte en forma de carta y resumidos los temas más
importantes
que tratamos, expresándome ahora en forma iniciática y secreta.
2
Si todo lo manifestado viene a la existencia y es mantenido en la existencia, y
si
todo lo que viene a la existencia no lo hace por sí mismo sino por otro, y si
son
muchas las cosas que vienen a existir o, más bien, si lo que viene a existir
son
todas las cosas manifiestas, y si todas son distintas y no semejantes, es que
hay
Alguien que las creó, y ése Alguien no fué traído a la existencia, porque es
el
más antiguo de todos, el Unico no engendrado.
Porque
declaro que todas las cosas que vienen a la existencia lo hacen por otro.
No
puede haber nada más antíguo y previo a todas las cosas que vienen a la
existencia
sino el Unico que nunca comenzó a ser.
3
El cual es también el más poderoso y mejor, Uno y Sólo realmente Sabio en
todas
las cosas, y porque no hay nada anterior a El, por consiguiente, es
Primero
y Principio respecto de la multitud y de la dimensión, y por su
diferenciación
con lo que viene al ser, y por la continuidad de la creación.
Además
lo que viene al ser es visible, El en cambio invisible. Y por éso es
porque
crea, para ser visto. Y porque siempre crea, siempre es visible.
4
Esto es lo que vale la pena entender, y entendiendo admirar, y admirando ser
dichoso,
porque se ha comprendido al Padre.
¿Qué
hay más dulce que tener un noble y verdadero padre? ¿Quién es y cómo
conocerlo?
¿Es justo sólo a El llamarlo Dios, o el Creador o el Padre, o las tres
cosas?
Dios sí por el Poder, Creador por la Energía, Padre por la Bondad. Por
que
es Poder, diferenciado de lo que viene al ser, es Energía en todas las cosas
que
vienen al ser.
Dejando
de lado las muchas palabras y las vanas, digamos que sólo hace falta
entender
dos cosas: la Criatura y el Creador, porque entre estos dos no hay
nunca
ninguna tercera cosa.
5
Piensa todo y escucha todo, pero retiene estos dos y considera que estos dos
son
Todo, no poniendo en consideración ninguna otra cosa, ni de lo alto ni de
lo
de abajo, ni de los dioses ni de lo que cambia, ni de lo que está en lo
profundo.
Dos son Todo: la Criatura y el Creador, y es imposible separar a uno
del
otro. Porque el Creador no puede existir sin la Criatura. Porque ambos son
lo
mismo, y por éso ninguno puede existir sin el otro, es decir sin sí mismo.
6
Por consiguiente, si el Creador no es otra cosa sino el hecho de crear, único,
simple,
sin mixtura, es necesario que crear no sea otra cosa que crear, porque el
crear
del Creador es traer a la existencia y todo lo que viene a la existencia es
imposible
que lo haga por sí mismo, sino que es necesario que lo que viene a la
existencia
venga por otro.
Lo
que viene al ser, sin el Creador, no viene al ser ni continúa siendo.
Separados
uno del otro, ambos pierden la naturaleza propia, privados de lo
otro.
Si se acepta pues que estos dos son todo el ser, lo que viene a la existencia
y
el Hacedor, ambos son Uno por la unidad, el uno primero, el otro después,
precediendo
el Dios Creador y a continuación la Criatura, cualquiera que ella
sea.
7
Y que no te alerte la diversidad de las criaturas ante el temor de
empequeñecer
a Dios y quitarle gloria, porque una es su Gloria, es decir traer
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todas
las cosas a la existencia, lo que viene a ser como su Cuerpo, la Creación.
Nada
hay de defectuoso o deforme en el Creador. Deficiencia y deformidad
son
cosas propias de las criaturas, como la herrumbe al bronce o la inmundicia
al
cuerpo vivo. Y no es el artesano del bronce el que produce la herrumbe ni
los
padres la inmundicia, ni el mal Dios. Sino la permanente evolución, a la
manera
de una erupción pustulenta, y es por éso mismo que Dios creó la
evolución,
como purificación y restauración de lo creado.
8
Si a un mismo artista se le permite pintar cielo, dioses, tierra, mar y hombres
¿porqué
Dios no podría hacer lo mismo?
¡Oh,
qué tremendo extravío es la ignorancia de cómo es Dios! A los que tal
opinan
les ocurre algo extrañisimo: pretenden ser piadosos y honrar a Dios,
pero
al oponerse a que haya creado todas las cosas, a más de desconocerlo
comenten
una gran impiedad, pues le atribuyen el desprecio o la impotencia. Si
no
creó todas las cosas, lo hizo o porque es soberbio o porque no puede, lo que
es
una impiedad.
9
A Dios pues sólo se le puede atribuir el Bien, y el bondadoso no es soberbio
o
incapaz. Porque Dios no es sino el Bien, el total Poder de hacer todas las
cosas,
pues todo lo que viene a la existencia viene por Dios, es decir por el
Bueno
y por el Capaz de hacer todas las cosas.
Si
ahora quieres saber cómo lo hace y cómo es que las cosas vienen a la
existencia,
tú lo puedes: ¡Mira la bellísima y muy semejante imágen!
10
Mira cómo siembra el agricultor la semilla en el campo, aquí trigo, allá
cebada,
más allá otra semilla. Míra como planta planta viñas, allá manzanos,
más
allá cualquier otro frutal. Así fué como el Dios sembró la inmortalidad en
el
Cielo, los cambios en la Tierra, y en todas las cosas Vida y Movimiento. Y
el
universo no consiste de muchas cosas, sino de pocas y fáciles de enumerar:
Todo
son cuatro, además de Dios y de la Creación, en los que están encerrados
todos
los seres.
TRATADO
XVI
Definiciones
de Asclepio al rey Amón.
Sobre
Dios, la materia, el mal, el Destino, el Sol, la entidad inteligible, la
entidad
divina, el Hombre, el plan de la Plenitud, los siete planetas, la imagen
del
Hombre.
1
Querido rey:
Te
envío este tratado como corona y memento de todos los anteriores,
compuesto
no de acuerdo a la opinión vulgar, antes bien en contra de ella. Tú
mismo
notarás que inclusive se contradice con cosas que ya dije.
Ocurre
que Hermes, mi maestro, en sus frecuentes pláticas a solas conmigo o
en
presencia de Tat, insistía en decir que para mis ocasionales lectores mis
libros
serían de fácil y simple lectura, cuando por el contrario no lo son, y sus
palabras
tienen un sentido oculto.
Más
aún, decía, que cuando los Griegos los tradujeran a su lengua se
oscurecerían
aún más, resultando en una distorsión mayúscula del texto y una
oscuridad
total.
2
Expresado en la lengua patria este texto tiene un sentido claro: en efecto, la
propia
calidad del sonido y del poder de las palabras egipcias incluye la energia
de
lo que se quiere decir.
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HERMETICUM
Por
tanto, querido rey, en cuanto te sea posible - y tú todo lo puedes - no
permitas
que se traduzca este texto a fin de que tan grandes misterios no
lleguen
a los Helenos, ni la orgullosa y floja elocución griega y, por así decir,
sus
falsas gracias, hagan desaparecer la venerabilidad, la solidez y la eficacia
de
las palabras de nuestra lengua.
Pues
los Griegos, oh rey!, no tienen más que discursos vanos, buenos para
demostraciones,
y éso es la filosofía griega: charlatanería vacía. Nosotros en
cambio
no usamos palabras simples, sino vocablos cargados de poder.
3
Comenzaré pues el discurso invocando al Dios, soberano, creador, padre y
envoltura
de la totalidad, que siendo todas las cosas es Uno y siendo Uno es
todas
las cosas: porque la Plenitud de todas las cosas es una y en Uno, no que
el
uno se desdoble, sino que ambos son Uno.
Mantén
viva esta idea en tu memoria, oh rey!, a lo largo de toda la exposición
de
mi discurso. Porque si alguien intentara contradecir lo que se muestra como
Uno
y Todo y ambos lo mismo, separándolo del Uno, y tomara la palabra
"Todo"
como una pluralidad y no como una plenitud, lo que es imposible,
desligaría
el Todo del Uno y destruiría el Todo.
Porque
es necesario que todas las cosas sean Uno, si el Uno existe, - y claro
que
existe y nunca deja de ser Uno - para que no se destruya la Plenitud.
4
Observa cómo, de las partes más centrales de la tiera, surjen muchas fuentes
de
agua y de fuego, y cómo, a las tres naturalezas, del fuego, del agua y de la
tierra,
se las ve saliendo de una misma raíz: por donde se ha llegado a creer que
existe
un único depósito de toda la materia, el cual, de abajo, provee la materia
misma,
y en forma simétrica, de arriba, recibe la determinación esencial.
5
Así es como el hacedor, es decir el Sol, mantiene unidos el cielo y la tierra:
lanza
abajo la entidad determinante, fuerza a ascender la materia, atrae a su
alrededor
y hacia sí mismo todas las cosas, y de se propia mismidad da todo a
todos
y regala generosamente la luz. El es la causa por quién las buenas
energías
se derraman no sólo en el cielo y en el aire, sino también sobre la
misma
Tierra, hasta en su fondo más profundo, y en el abismo.
6
Por otra parte, si existe una entidad determinante inteligible es la masa del
Sol,
y podría decirse que está contenida en la luz. Ahora bien, de qué se
compone
y de dónde procede, sólo el Sol lo sabe porque está cerca de sí mismo
por
naturaleza y lugar, y nos vemos obligados a conjeturar por que no lo
podemos
mirar.
7
Pero aún así ver el Sol no es una conjetura: una misma espléndida
luminosidad
inunda el mundo entero, en sus partes inferiores y en las
superiores:
porque el Sol está puesto en medio del mundo, portándolo como su
corona,
y, como buen conductor, sujeta firmemente el carro del mundo, bien
que
ceñido a sí mismo, para que no caiga en el caos.
El
cinturón que ciñe son la vida, el alma, el espíritu, la inmortalidad y la
evolución.
El Sol dejó que el mundo siguiera su curso, no alejado de sí, pero en
verdad,
teniéndolo consigo mismo.
8
Y es así como el Sol continúa la creación de todas las cosas: asigna la
duración
eterna a las cosas que no mueren, con la parte de su luz que lanza
hacia
arriba - que proyecta con la cara que mira al cielo - alimenta las partes
inmortales
del mundo, y, con la parte de su luz que está encerrada en el mundo
y
que inunda la entera cavidad del agua, de la tierra y del aire, vivifica y
mantiene
en movimiento a los seres vivos en todas las partes del mundo, a
través
de los nacimientos y las metamorfosis,
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HERMETICUM
9
Por un movimiento en forma de espiral, el sol remodela y transforma unas
partes
en otras, trueca y retrueca géneros por géneros, especies por especies, en
mútuas
metamorfosis: en síntesis, ejerce su actividad creadora aquí abajo de la
misma
manera como lo hace con los cuerpos planetarios.
El
cambio es la duración de todo cuerpo, cambio sin disolución para los
cuerpos
inmortales, cambio con disolución para los mortales. Y esto es lo que
diferencia
al inmortal del mortal y al mortal del inmortal.
10
A semejanza de su luz, que nos llega permanentemente, así también el Sol
crea
la vida sin cesar, indefinidamente, en todo lugar, a través de todos los
órdenes.
Pues lo rodean genios en múltiples órdenes y variadísimos
escuadrones,
semejantes a un ejército.
Moradores
cercanos de los inmortales, han recibido la comisión de hacerse
cargo,
desde allí, del lugar de los hombres. Ejecutan lo estatuído por los dioses,
y
por medio de tempestades y ciclones, a través de tormentas, erupciones y
terremotos,
por el hambre también y por las guerras castigan la impiedad.
11
Pues la impiedad es la mayor maldad de los hombres para con los dioses: ya
que
a los dioses les corresponde hacer el bien, a los hombres ser piadosos, y a
los
genios auxiliar.
Los
demás atrevimientos que los hombres cometen por extravío, o por
temeridad,
o forzados por lo que llamamos Destino, o por ignorancia, todas
esas
cosas, los dioses no las tienen en cuenta. Sólo la impiedad cae bajo la ley
de
la justicia.
12
El Sol es tutela y alimento de todas las especies: y, así como el mundo
inteligible
rodea al mundo sensible para llenarlo y henchirlo de múltiples y
variadísimas
formas, así a su vez, el Sol, rodea a todo el mundo para henchir la
masa
de todos los seres que aparecen en la generación, y fortificarlos.
13
Ahora bien, bajo las órdenes del Sol está el coro de los genios, o mas bién
los
coros: pues son muchos y variadísimos, comandados por las categorías de
los
planetas, en igual número para cada planeta . Clasificados y ordenados así
son
servidores de cada uno de los planetas, buenos y malos genios segun sus
naturalezas,
es decir según sus operaciones: pues todo el ser del genio es
actividad,
pero hay algunos de ellos en los que hay mezcla de bien y de mal.
14
Todos han recibido potestad sobre los asuntos y alborotos de la tierra, y
provocan
problemas de todo tipo a las ciudades y a las naciones en general, y
en
particular a cada indivíduo. Nos cambian y excitan el alma hacia ellos,
metidos
como están en nuestros nervios y médulas, en nuestras venas y
artérias,
y en el cerebro mismo, extendiéndose hasta nuestras propias entrañas.
15
Una vez nacidos y recibida el alma, quedamos a cargo de los genios que en
el
preciso instante del nacimiento están de guardia y al comando de los
planetas:
porque a cada instante los genios se substituyen unos a otros. No son
siempre
los mismos, sino que se van turnando.
Luego
pues que se han introducido entre las dos partes del alma, la atormentan
por
medio del cuerpo de acuerdo a la actividad que les corresponda: sólo la
parte
racional del alma queda fuera del dominio de los genios, digna de Dios y
apta
para recibirlo.
16
Por consiguiente cuando por intermedio del Sol brilla un rayo divino en la
parte
racional (y estos casos son pocos), los genios se apartan: nadie puede
nada,
ni un genio ni un dios, frente a un sólo rayo de Dios. Los demás hombres
son
llevados y traídos, en cuerpo y alma, por los genios, y ellos mismos aman y
quieren
las fuerzas de los genios que actúan en ellos. Y es la razón, no el amor,
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la
extraviada y la causa del extravío.
Así
pues la administración de la tierra está entera en manos de los genios y se
ejerce
a traves de nuestros cuerpos. Fué a esta administración a la que Hermes
llamó
Destino.
17
Por consiguiente el mundo inteligible depende de Dios, el mundo sensible
del
inteligible: el Sol suministra al mundo inteligible y al mundo sensible el
influjo
del bien que recibe de Dios, es decir la actividad creadora.
Alrededor
del Sol gravitan las ocho esferas que de él dependen : una la de las
estrellas
fijas, siete de las errantes, y de éstas una gira en torno de la Tierra.
Estas
son las esferas de que dependen los genios, y de los genios los hombres.
Y así
todos y todas las cosas dependen de Dios.
18
Por éso el Dios es el padre de todas las cosas, el Sol el creador, y el mundo
el
órgano de la creación.
El
cielo está gobernado por la entidad inteligible, los dioses por el cielo, y los
genios,
a las órdenes de los dioses , gobiernan a los hombres: es así como están
dispuestos
los ejércitos de los dioses y los genios.
Por
ellos Dios hizo todas las cosas para sí mismo, y todas las cosas son partes
de
Dios: si todas son partes, Dios es sin duda todas las cosas.
Haciendo
pues todas las cosas, se hace a sí mismo, y es imposible que se
detenga
porque él mismo se detendría.
Así
como Dios no tiene fin, así tampoco su obra no tiene ni comienzo ni fin.
TRATADO
XVII
(Incompleto
y sin título)
....si
reflexionas, ¡oh rey!, también los incorporales entre los cuerpos.
-
¿Cuáles? dijo el rey.
-
Los cuerpos que se ven en los espejos ¿no te parecen que son incorporales?
-
Así es, Tat, divinamente lo dices - dijo el rey.
-
Pero hay otros incoporales, por ejemplo las figuras que se manifiestan en los
cuerpos,
y no sólo de los seres animados sino también de los inanimados ¿no
piensas
que son también incorporales?
-
Está bien lo que dices, Tat.
-
Así pues, hay una reflexión de los incorporales en los corporales y de los
corporales
en los incorporales, de manera que lo sensible se refleja en el
mundo
espiritual y lo espiritual en el sensible. Por eso, ¡oh rey! reverencia las
estátuas
porque también ellas son figuras del mundo espiritual.
-
¡Oh profeta! es hora que me ocupe de mis huéspedes - dijo el rey
levantándose
-. Mañana continuaremos el estudio de lo divino y el tema que
nos
ocupa.
TRATADO
XVIII
Sobre
las trabas que ponen al alma las cosas que provienen del cuerpo.
Saliendo
de lo acostumbrado en los tratados del Corpus Hermeticum, este
discurso
cambia tan por completo la tesitura de los tratados que muchos lo
consideran
un aditamento de otro origen. De cualquier manera pertenece al
Corpus
y está en los Manuscritos originales. Nosotros lo llamaríamos
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"Discurso
para presentar en la corte delante del Rey", y a pesar de lo florido y
retórico
del texto, su pensamiento implícito está perfectamente de acuerdo con
el
resto de los tratados: la necesidad de armonizarse con la luz inteligible y sus
virtudes
procedentes de lo Alto.
1
Cuando en un concierto que promete a los espectadores las delicias de una
melodía
de armonías bellas, un intrumento desafina, el propósito de los
músicos
cae en ridículo. Porque cuando el instrumento no logra ejecutar lo que
de
él se exige, los espectadores se burlan del ejecutante. Se vitupera el error,
aunque
incansablemente y con buen talento ofrezca su obra de arte.
En
cambio el divino y auténtico músico que además de obrador de la armonía
de
la canción trasmite incansablemente hasta el último instrumento la cadencia
de
la apropiada melodía, ése es el Dios, porque la fatiga no existe para Dios.
2
Si el artista ha querido con toda su buena voluntad participar del concurso
musical,
si previamente el trompetista hizo gala de su ciencia y los flautistas en
sus
dulces instrumentos produjeron la agradable melodía y por el caramillo y el
plectro
dieron cumplimiento a la lírica canción, nadie atribuirá culpa alguna al
soplo
del músico ni al Supremo, sino que lo admirará y honrará como
corresponde,
y en cambio acusará de avería el instrumento que ha puesto
obstáculo
a la magnífica belleza, trabado la melodía del músico y privado a los
oyentes
del agradable canto.
3
Y así es igual respecto de nosotros, que ningún espectador por falla de
nuestro
cuerpo venga a acusar impíamente a nuestra raza, mas antes que admita
que
Dios es un Soplo incansable , que posee siempre la misma ciencia que le es
propia,
y que hace uso en todo y por todo de la misma prosperidad y de la
misma
beneficencia.
4
(Llevando las cosas al extremo, la materia que usaba Fidias el escultor no le
fué
lo suficientemente sumisa como para perfeccionar la multiplicidad de su
obra)
El
cantor pues ha cumplido su parte lo mejor que pudo: no le asignemos a él la
culpa,
sino a la flaqueza de la cuerda que, aflojada o relajada en su tensión,
desbarató
la habilidad musical del canto.
5
Pues bien, dado el accidente instrumental, que a nadie se le ocurra inculpar al
músico,
sino que cuanto más le reprochen al instrumento, tanto más alaben al
artista,
y como vean que con regularidad hacía vibrar la cuerda en el tono justo,
más
aún se apasionen los oyentes por el músico, y a pesar de todo no le
guarden
rencor.
¡Oh
Honorabilísimos, también vosotros a vuestra vez afinad para el Músico
vuestra
propia lira interior!
6
Pues yo mismo he visto artistas que aún sin apoyarse en la virtud de la lira, y
cuando
se ejercitaban en algún noble tema, muchas veces usaban de sí como
instrumento
musical, afinaban su cuerda con recursos secretos, y lograban,
trastocando
su habilidad en gloria, el soberbio asombro de los oyentes.
Se
cuenta también acerca de un cierto tañidor de cítara que habíase ganado el
favor
del dios de la música, que al participar de un concurso de cítara estaba
impedido
por la rotura de una cuerda, la ayuda del Supremo suplió la cuerda y
le
concedió la gracia del galardón. La providencia del Supremo substituyó la
cuerda
por una cigarra, que posándose en la cítara completó la melodía de la
cuerda
faltante, y así el tañidor, consolada su pena con la salud del
instrumento,
logró el galardón de la victoria.
7
Yo mismo ¡oh Honorabilísimos! siento como que a mí también me ocurre lo
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mismo,
porque recientemente me dí cuenta de mi propia flaqueza al sentirme
débil
por un momento, y sin embargo por el poder del Supremo lancé mi canto,
como
si hubiera sido llenado de lo alto para entonar el canto del rey. Por donde
la
culminación de mi servicio será para la gloria del rey y para su trofeo de
victoria
la pasión inflamada de mi palabra.
"¡Vamos
pues adelante!" éso es lo que quiere el cantor. "¡Vamos pues y
apurémosnos!",
éso es lo que desea el cantor, y por éso templa la lira, pues más
hermosa
será su melodía y más dulce su cantar cuanto mayor sea el
compromiso
al que a su canto obliga.
8
Dado pues que el artista ajusta su lira en primer lugar para el rey y su música
es
el panegírico y su objetivo la alabanza real, lo primero que hace es impulsar
su
alma hacia el altísimo Rey del universo, el buen Dios y, comenzado el
camino
desde lo alto, desciende después con orden hacia el que como imagen
de
Aquel, gobierna el cetro, pues agrada a los mismos reyes este camino
descendente
de lo alto a lo inferior y que de allí, de donde les fué concedida la
victoria,
procedan en justa consecuencia las esperanzas.
9
Que así pues el músico se vuelva hacia el Rey grandísimo, Dios del universo,
que
es siempre y en todo inmortal, eterno y eternamente Emperador, primer
glorioso
Vencedor de quién luego los herederos de la Victoria logran sus
victorias.
10
Es a esa alabanza a la que ahora desciende nuestro discurso, hacia los reyes,
árbritos
de la común paz y seguridad, a quienes el Supremo Dios ha llevado a
la
cima de la autoridad máxima y absoluta desde hace largo tiempo, a quienes
la
diestra de Aquel condujo a las logradas victorias, para quienes fuera
dispuesto
el premio del combate antes de que se viera la supremacía en la
guerra,
cuyos trofeos estaban alzados antes de entrar en batalla, para quienes la
realeza
estaba preparada de antemano y más aún el predominio en todas las
cosas,
quienes ya antes de ponerse en marcha los ejércitos, pasmaban al
bárbaro.
Alabanzas
al Supremo y encomio del rey
11
Pero el discurso se apresura a concluir a la manera como había comenzado,
y
pasa a bendecir al Supremo, para terminar, después, con el elogio de los
divinos
reyes que son los árbitros de nuestra paz. Por lo tanto, así como al
exordio
fué la alabanza del Supremo y del Poder de lo alto, así ahora la
conclusión,
como un eco, se volverá de nuevo hacia el mismo Supremo.
Como
el Sol, que nutre los renuevos germinales de todas las plantas, es el
primero
que cosecha las primicias del fruto con las inmensas manos, sus rayos,
que
emplea para cogerlos - porque sus rayos son sus manos que recojen las
primeras
la dulcísima ambrosía vegetal -, así también nosotros, de quienes el
Supremo
es el principio, que hemos recibido la sabiduría que de El emana y la
consumimos
como alimento de las plantas supracelestes que son nuestras
almas.
Así pues ejercitémonos de nuevo otra vez en bendecirlo, que El nos
retornará
abundante rocío y lluvia para toda semilla.
12
Es conveniente pues que miríadas de bocas y voces alcemos una alabanza
bendita
al Dios íntegramente Puro y Padre de nuestras almas, aún cuando
nuestras
alabanzas no sean apropiadas a su dignidad, porque nada que digamos
puede
alcanzarla.
Ni
los recién nacidos pueden honrar dignamente al padre, pero cuando las
fuerzas
se lo permiten cumplen el deber y a cambio logran la indulgencia
paterna.
Y con mayor razón, éso mismo es gloria para Dios, ser mejor y más
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CORPUS
HERMETICUM
grande
que su prole, y que el exordio, el principio, el medio y el final de
nuestras
alabanzas sea reconocer el Poder sin límites y la Infinitud ilimitada del
Padre.
13
Porque a nosotros corresponde alabarlo, los hombres, que por naturaleza
somos
como sus descendientes, aunque nos sea preciso solicitar su indulgencia,
lograda
casi siempre antes de pedirla.
Porque
así como un padre no puede abandonar a sus pequeños recién nacidos
por
estar incapacitados para todo, pero se alegra al ser reconocido por ellos, así
con
iguales resultados, obra el conocimiento del Todo, que nos confiere a todos
la
vida y la alabanza de Dios, que son concesiones suyas.
14
Dios, pues, bueno y siempre resplandeciente, que sólo en Sí mismo tiene el
límite
de su eterna excelencia, que es inmortal, que cirscuncribe en Sí mismo lo
perfectísimo
Suyo y que es un eterno fluir hacia éste nuestro mundo de la
Energía
que hay Allá, que nos ofrece la promesa de una alabanza que libera.
Por
consiguiente Allá no hay diferencia entre unos y otros, no hay
insconstancia.
Allá, uno es el Sentir de todos, una es la Previsión de todos, una
es
para todos la Mente, el Padre, una la Conciencia por la que todos obramos,
uno
el Encanto mútuo del Amor, operador de la única Armonía de todas las
cosas.
15
Así es pues como alabamos al Dios. Pero luego descendemos hasta los que
han
recibido de El el cetro. Es justo, pues, que comencemos por los reyes y de
ellos
nos ocupemos, que nos preparemos para el elogio y cantemos piadosos
himnos
al Supremo, y que el comienzo inicial de la alabanza se Le dedique,
que
nos ejercitemos aún más por El, para que esté en nosotros la práctica de la
piedad
a Dios y la alabanza en honor del rey.
16
Porque nada hay más justo que otorgar recompensa a los que desplegaron
por
nosotros una tan grande paz. La virtud del rey y su sólo nombre confieren
la
paz. Porque al rey (basileus) se lo llama rey porque con leve paso (basei leia)
ejerce
el poder supremo y por la paz extiende los decretos, y porque nació para
triunfar
sobre el dominio bárbaro: su sólo nombre es símbolo de paz.
Por
eso mismo con frecuencia es suficiente nombrar al rey para contener a los
enemigos
de inmediato, y comúnmente las estátuas del rey son refugio de paz
para
los que soportan el rigor de una tempestad, y ya la sóla aparición de la
imagen
del rey produce la victoria, y concede el asilo a los que a ella se acojen
de
lo inflexible y de lo que lastima.
Traducción:
J. Sanguinetti
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