martes, 26 de junio de 2012

Septimo Sello.
"La llegada inminente del cometa Pax, cambiara la faz de la tierra y el pensamiento humano"

 



Dos castigos para la humanidad fueron profetizados, uno, a través de la guerra y el segundo, llegado del cielo. Nadie creía real, una castatrofe proveniente de los cielos, pero el cometa Pax, aceleraba su carrera destructiva hacia la Tierra.  Veintidos fragmentos conformaban el collar de cometas, como si no fuera suficiente uno.  La devastación en todo el hemisferio norte llevó a una completa oscuridad al planeta, pero del sur, llegaría la luz y la libertad.

Cap. I
 
Luz Ante Mis Ojos

 

Carísimo, amémonos unos con otros,
Porque el amor es de Dios, y todo
El que ama, es nacido de Dios.
El que no ama, no ha aprendido
A conocer a Dios.

Primera Carta del Apóstol San Juan

 
 
 
LUZ ANTE MIS OJOS

           

Detuve mi caminar y mi dialogo con Dios esta vez era distinto.  La iglesia no tenía la multitud que sí la llenaban antes.  Precisamente, esta capilla de General Hacha, no es como la que frecuentaba en Quilmes.

Una capilla circular, hermosa, agradable, cálida a pesar de tener pocas ventanas, 12 en total, formando un círculo en lo alto, como representación clara de las doce constelaciones y me animaría a decir también, doce apóstoles, pues en sus vidrios, pese a la altura, estaba claro que imágenes de hombres la decoraban.

En el centro mismo de la capilla, en su techo, una última ventana que sin duda, representaba al sol y a Cristo.  Un Sagrado Corazón la adornaba y el rayo de luz que la atravesaba, lo hacía con un tono rojizo, perfectamente, pensado en que así sucedería.

Miré a cada una de las ventanas.  Estrellas habían en ellas, además de las imágenes de hombres que ninguno tenía nombre.  Pude identificar algunas de ellas y sin duda eran constelaciones que estaban en el orden que debía.  La de Acuario resaltaba del resto, no se porque era eso, ya que la natividad de Jesús fue en diciembre y no en febrero..

Las ventanas tenían un efecto formidable, con los rayos solares entrando desde arriba, pese a ser un horario muy temprano, la hacía muy pero muy especial, diría yo, única.  Sus paredes con ladrillos a la vista, sus juntas estaban muy bien terminadas.

Las columnas recubiertas en madera y las plantas en abundancia, una para cada columna, que como siempre, todo era respetando con el número 12.  No eran macetas sino macetones, pues el crecimiento parecía ideal para ellas, ninguna estaba seca, su follaje, como el mejor de los jardines, sin duda la energía positiva de la capilla permitía este desarrollo formidable.  ¿Por qué el hombre no podía haber sido igual?  Ni siquiera en la iglesia podía dejar de preguntarme, cómo el hombre fue capaz de sumar tantos errores, tantas faltas y tanta soberbia con quienes les rodeaba.  Se llegó a la sordera teniendo oídos, a la ceguera teniendo ojos y sentidos en buen estado.  Todo se debió a que el corazón fue el Sordomudo, una cuestión de pobreza en espíritu y no de la carne.  Así fueron los últimos tristes días de los hombres y aun las desgracias y las calamidades, no terminan, simplemente, se inició el comienzo del fin, un fin que pudimos evitar y no lo hicimos.  

Quilmes fue mi ciudad, bien digo fue, porque ni un edificio en pie quedó.  No sé el estado actual, pero no hay duda que el colapso en Buenos Aires y el caos social debió ser total.  Solo el agua podía purificar tantas imperfecciones.  Por mi parte, no pretendí luchar por los bienes, lo cual, sí hicieron la mayoría, como bestias del campo, defendieron lo suyo, que en definitiva, ninguno se quedaría con nada.

Un espíritu caprichoso y de obsesiva posesión por las cosas materiales los dominó a quienes se quedaron.  Se terminaron aferraron a ellos, como quien se ata a los pies una gran roca y trataron de nadar en un mar turbulento.  ¡Imposible de hacerlo!

 

Pocos eran quienes rezaban.  Una pareja muy joven delante de altar y otros más dispersos en el salón éramos los presentes.  No entendía la intención de tan apocalípticas imágenes en un mural.  Hubiese preferido que el pintor, se manifestara con imágenes bellas o quizás, debía ser así, mostrar la mismísima imagen del hombre destruyendo al mundo.

Me había acostumbrado al bullicio de la ciudad, multitudes, el insoportable tránsito, ahora por el contrario, deambulaba por el interior del país con una paz desconocida, no terminaba de acomodarme con esta nueva vida, demasiada tranquila y con tan poca gente, me resultaba extraño todo.  En todas las ciudades que anduve, la misma desolación.  Pocos habitantes.

Algunos fieles se retiraban, otros ingresaban, pero esa pareja llevaba mucho tiempo orando y no pude evitar acercarme, no para dialogar, porque no era el lugar y el motivo para hacerlo no existía, pero los quería ver de cerca.  Me aproximé por un pasillo externo, ya que la arquitectura era realmente espectacular.  El pasillo que bordeaba la pared, estaba al nivel correspondiente y digo esto, porque todo el sector del público, el de mayor porcentaje, estaba siete pequeños escalones por debajo.  En todo este espacio, los bancos largos y alineados a la perfección, de dura madera y bien plastificado.  Esta capilla es formidable, si estuviera abarrotado de gente, los que se acomodaran en los pasillos, tendrían una vista por sobre las cabezas del resto, de esta forma, nadie obstruiría la visión del altar, que se hallaba más alto que el resto.  ¡Maravilloso!  En todo existía la armonía.

Llegué hasta el primer banco y me arrodillé, iba a ser mi último rezo, cuando ella levantó la vista y suavemente me miró.  Tanta dulzura en una mujer no podía haber, sin embargo en ella sí.  Reiteradamente la vi tocándose la panza y me pareció que podía estar embarazada, pero si lo estaba, era de escaso tiempo.  Alegre, no con una sonrisa falsamente dibujada, sino, gozosa en todo su rostro.  Imposible enojarse con una Ser así, imposible reprocharle algo a tan dulce muchacha.  Paz irradiaba.  Sin duda, ese hombre quién la acompañaba era un verdadero afortunado.  Él no me miró, ni se enteró que me había acercado, continuó muy concentrado con lo suyo, pero ella, había concluido y me hechizó.  No la deseaba, pero sí la admiré por su hermosura física y por su belleza energía interior que le percibía brotando de sus ojos.  Jamás le hablé, pero sin duda que no me equivocaba en mi apreciación.  

En cierto momento, sentí que molestaba y retorné al mismo lugar.

Regresé al asiento que me recibió y una imagen de Cristo cerca de mí.  Muchas velas de color blanco iluminaban al Rey de reyes y cuanta tristeza sentía yo con solo pensar en el sacrificio que hizo por nosotros, padeciendo una pasión tortuosa, imposible de soportar para cualquier mortal.

¿Sirvió de algo cargar con los pecados del mundo, para haber terminado así?  Un planeta colapsado en sí mismo, probando su propio veneno. El mundo se había enloquecido y no tenía marcha atrás, creyeron tenerlo todo controlado, pero demasiado control los atrapó.  Unos pocos usaron la tecnología para hacer más rápido las cosas; compras, ventas, pagos y cobros.

Unos pocos, muy pocos, controlaron a todos y cuando digo a todos, me refiero absolutamente a todos, millones de seres en todo el planeta no pudieron salir del nuevo sistema económico y financiero único que se había establecido.  Se pusieron solos la soga al cuello, con la excusa que era la única solución, cuando las civilizaciones desde sus comienzos no la necesitaron.

Al principio todos estaban cómodos con lo nuevo, lo rápido llegando a lo espontáneo.  Una tentación imposible de resistir, el deseo a tener más y con prontitud, les hizo una dependencia o apego a las cosas mundanas, cuando el hombre no necesitaba tanto.  Pero fue así, quisieron más y se lo dieron, lo que vino después fue la consecuencia.

La tentación fue un dulce, se lo pusieron en la boca y el hombre mordió  ¡Qué débil y fácil tentarlo!  Algunos le echaron la culpa al Demonio, pero… ¿qué culpa tiene el Demonio, si los hombres estaban vacíos espiritualmente?

El Demonio usurpa casas, cuerpos, para que se entienda, porque están vacías.  Él entra si pedir permiso, total, la casa está desabitada.  La culpa no fue de él sino del hombre.  Si no le hubiésemos dado espacio para que él entrara, sería imposible que la maldad y los malos pensamientos gobernaran nuestras mentes.  Pero eso no ocurrió, el hombre estaba tan lleno de egoísmo, avaricia, pecados y maldad, que se transformó en una invitación y el Demonio aceptó ir a cenar, fue un comensal más, pero uno bastante distinto.  Luego vinieron otros invitados por él y no por el hombre, el propietario de la vivienda.  En realidad ya no era más dueño de sí mismos, el hombre pasó a ser huésped en su propia casa.  ¿Una paradoja?  Quizás.  ¿O buscamos merecerlo?

            Esa costumbre de echarle la culpa al Demonio de todo lo malo o de recriminar a Dios por su ausencia.  Que equivocados que estábamos.  Los dos presentes, pero la culpa es cien por cien nuestra, ahí radican los errores, no nos hacernos cargo de nuestras flaquezas humanas, siempre echándole la culpa al otro, cuando la responsabilidad de nuestros actos es nada más y nada menos que nuestras.  Por eso digo, no busquemos otra explicación porque es así.  No busquemos a la distancia cuando el Padre Universal y Creador, mora en nosotros mismos.  Ahora es tarde.

           

            Salí de la iglesia y no creía que volviera a verla, por eso cuando llegué a la puerta, miré todo el interior y ese juego de luz y sombra por los rayos solares que penetraban de las ventanas en lo alto, eran maravillosos.  Como quien no quisiera la cosa, la joven mujer que ante el altar aun rezaba, recibía de pleno, los cálidos y primeros tenues rayos del amanecer sobre su cuerpo.  ¿Raro?  Me preguntaba en mi interior.  ¡No! Una señal clara para una nueva generación llena de luz, para que ellos, no repitan lo que hicimos nosotros tan mal.

            No miré más y salí.

            No solo el diseño interior era hermoso, el exterior lo era igual.  Toda la capilla y quizás su tamaño era más que eso, estaba en un terreno elevado, todo a su alrededor cubierto de verde, arbustos y flores milimétricamente ubicados.  Para irme de ella, debía elegir la escalera hacia la vereda o la rampa con su suave inclinación.  Tomé la escalera y me marché.

            Me alejé caminando para buscar un lugar donde desayunar y un bar bastante pintoresco hallé.  Para mi sorpresa, varias personas tomando café con leche y las típicas medialunas de manteca, que sin duda estaban recién hechas, pues el aroma se sentía desde varios metros, la ventana de la cocina abierta, buena táctica para atraer clientes, sin duda funcionaba.  Caía en la deliciosa trampa y no me resistí.

Ocupé una pequeña mesa de madera y silla rustica, demasiado bonito el lugar y muy bien atendido, sin duda la camarera robaba todas las miradas, ella también fue motivo de mi rápida decisión a ingresar.

No podía dejar de sentir tristeza por aquellos que estaban lejos, padeciendo miles de tormentos en vida.  Pero... algo es bien claro, ellos están así, porque se equivocaron y no corrigieron lo que debían, tuvieron tiempo para resarcirse, sin embargo, siguieron en su ceguera hasta que todo colapsó.

            Me he enterado que allá, la luz solar brilla de vez en cuando.  Los incendios en los campos y las ciudades están tan multiplicados que es como si las tinieblas hubiesen envuelto a todo Oriente y ahora Occidente.  No estoy equivocado en esta apreciación, porque si no hay luz, hay oscuridad, no solo ante los ojos, también en el espíritu.

El espíritu... una palabra bastante corta, pero que encierra un significado y un poder tan fundamental, que ya nadie sabe para que sirve o como se pronuncia.  El hombre, en forma individual, no puede echarles la culpa a los otros, porque el mismo hombre fue quién se alejó de lo espiritual y abrazó lo material, ahora, el único material que existe, son las armas para defenderse.  Eso sí abunda, las armas están por todas partes y vaya que se necesitan, es tan valiosa como el agua.

¡Qué estúpidos!  No aprendieron de las guerras anteriores, creyeron que todo era una linda película, un film cargado de heroísmo y patriotismo.  En donde el otro era el enemigo terrible y morían de a miles, por la habilidad guerrera con tan solo una pistola y una granada.  ¡Qué idiotas!  Que tristes personajes fueron, actores de una obra de teatro que no se sabe si era para reír o para llorar.  Que pésimos actores, ahora, ni ellos se lo creen.  Padecen su ignorante creencia a ser indestructibles, ahora están llorando como mujeres en parto.  No solo me refiero a una nación, sino a varias, que por la soberbia o por el terror, creyeron que podían someter al otro.

Ni que hablar del ignorante discurso de luchar por la libertad, cuándo ya eran libres desde el momento de votar.  ¿Libertad?  No se dieron cuenta que no era libertad sino rebeldía, no supieron darse cuenta que solo era un discurso para convencerlos a ir a la guerra y darles a unos pocos, muchas y buenas ganancias.  Unos pocos que desde ya, no enviaron a sus hijos a la guerra, los escondieron, sabían que iba a ser para largo y seguramente no regresarían.  Así fue.  No me equivoqué en lo absoluto cuando lo dije hasta el cansancio y vaya que mi lengua se fatigó.

¡La lucha por la libertad!

Quienes profesaron ese lema de batalla, eran los países, que solo debían quedarse en su propio territorio, ocuparse de sus asuntos internos, pero no… necesitaron salir y crear el conflicto en naciones que no los necesitaban, pero ellos… con la excusa de la libertad, esclavizaron a todos, incluso a los suyos mismos infligiéndoles miedo, que si no lo hacían, su seguridad colapsaría.  Se lo creyeron.  ¡Que decepción!  Los creía más razonables o quizás, la perdieron desde hace tiempo.

Me vinieron a la mente las palabras de San Pedro en el segundo capítulo, sobre los falsos doctores “Estos tales son fuente sin agua” deberían tener ese tan vital líquido si son fuente, pero ni una gota en ellos.  El siguiente versículo habla de ellos, es decir para estos tiempos: “Les prometen libertad cuando ellos son esclavos de su propia corrupción” y cuanta razón tenía San Pedro, hace casi, dos mil años.

Después, le devolvieron el favor.  Ahora, sus ciudades están en ruinas, no tienen alimento y sus hijos se mueren de hambre, algunos están completamente envenenados, con los productos que ellos mismos inventaron.

Muchos de los cultivos fueron quemados por la contaminación.  Otros incendiados a propósito al corto tiempo de su cosecha, no solo provocó el hambre, sino un efecto psicológico muy traumático, esperaron esos alimentos como si fuera el último y no se equivocaron ¡era el último!  Después de los incendios no tenían que comer.  Realmente las tinieblas están cubriendo el hemisferio norte, el hemisferio que decía ser del primer mundo.

Le echaron la culpa al otro, pero se olvidaron cuando antes, hace varias décadas, saquearon por completo territorios y sus economías, de quienes ahora los atacan.  Ahora se lamentan, ahora lloran cada vez que se levantan, pues no tienen más los lujos a los que se habían acostumbrado, ni el consumo ridículo al que habían llegado.  Hoy padecen su karma, las maldades del pasado las están pagando con creces, ahora y por un tiempo más.

 

Hacía varios meses que no tenía noticia de Medio Oriente y en verdad, cuando pude ponerme al tanto, no les presté atención.

Escuché por más de una hora las noticias del mundo y no podían ser peores.  Sin embargo vi algo que me extrañó, estaban grabadas en un video.  La bella camarera me dijo que era lo último que se sabía, pero ni idea tenía de cuando se grabó la cinta, ya que había comenzado a trabajar hacía una semana y eso me daba cierta pauta de nuestra situación.  Ya la información, no era global, la famosa teoría de la aldea era realmente una aldea, tal cual su significado de siempre, aislada y marginada.

Poca gente compartía conmigo el desayuno.  No sé si para estar informados o para deleitarse al ver venir e ir a esta rubia digna de una película, creo que las miradas iban demasiado seguidas al suelo.  Su trasero gozaba de muy buenas proporciones.

En cuanto a las noticias, los árabes, seguían ocupando muchas ciudades de Israel, algunas semanas atrás, cuando las comunicaciones comenzaron a fallar, poca información teníamos y muchas comprobé que eran mentiras, sabía que los ejércitos iraníes habían ocupado varias islas del Egeo y las fronteras con Turquía estaban ardiendo.  Sobre Egipto, la situación también era muy mala, los conflictos con sus vecinos se habían acentuado y los sabotajes estaban provocando el desvío del Nilo, eso era una gran y catastrófica sequía.  La mano de Libia estaba presente, ni que hablar de Sudán y Etiopía.  Pero todo se originó por esa alianza ridícula en el 2014, ese Triunvirato como lo llamaron entre los Estados Unidos, Israel y Egipto, un verdadero fiasco y solo para ocupar La Meca.  Otra de las mentiras mundiales imposibles de sostener.  Estoy más que seguro que esto fue lo que originó al año siguiente el ataque terrorista bacteriológico y químico, más salvaje, despiadado y único que la historia del hombre, vaya a recordar por siempre.

Algo en el mar Rojo también había acontecido, pero nadie sabía que, las comunicaciones ya no eran como antes y más de uno dijo que los hakers informáticos fueron los responsables de los sabotajes.

En China un gran cambio se produjo, por toda la nación, el protagonista de esa secta, Falun Gong, cuyo emblema es la svástica, logró entrar en el gobierno por el abrumador apoyo de millones de chinos.  Eso iba a empeorar tarde o temprano… los conocí y cuando supe que ya estaban ejerciendo influencias en el parlamento oriental, se me puso la piel de gallina, les había anticipado a mis compañeros de la embajada Argentina en China, que el día que tomaran el poder, se iba a transformar en un día nefasto para China y para el mundo. Esta secta, ya es una religión y no tienen ningún Dios Creador a quien adorar, solo un líder embustero que se proclama el salvador enviado por el Universo a salvar a la humanidad perdida y quien no esté en sus filas, sus almas iban a ser destruida.  Este líder oriental, llamado Li Hognzi, trabajaba en la psiquis de sus seguidores y las imágenes que propagaba por todos los medios de comunicación, era semejante al iluminado Buda.  Una propaganda colorida bien diseñada y al mejor estilo de adoración divina.

Por supuesto que nadie tomó en cuanta mis advertencias.  Ni la hora me dieron, como siempre, yo era el loco, ahora el loco, está acá sentado en un bar de La Pampa, con medialunas recién cocinadas y un café doble, que de seguro, iba a pedir otro.

Por unos instantes me olvidé del café, sin darme cuenta, dejé que se entibiara un poco, tal cual nos habíamos quedados todos en el pintoresco bar, los pocos que desayunaban cerca de mí y aquella tan preciosa mesera, una imagen congelada en el tiempo.  El comentario de algunos era el mismo y no se equivocaban.

Tanta era la necesidad de supervivencia que media docena de medialunas recién cocinadas me había dejado la mesera y ninguna noticia iba impedirme que las comiera al instante.  Exquisitas y sabrosas.  Claro estaba para mi paladar que manteca de muy buena calidad usaron para amasarlas.  No me las iba a comer todas, pero el viaje sería muy largo.

Nuestra atracción también desayunaba, no tenía más pedidos que tomar, ni nada que traernos.  Se sentó en el mostrador tan suave y sensual que mi mente se perdió por un instante, con vergüenza, miré de reojo al resto de los que allí estaban y todos hicieron lo mismo, no fui el único.  Quién estaba del otro lado del mostrador, era un joven muy apuesto, un poco mayor que ella, pero su altura, su tono de voz y cuerpo, daba para el suspiro de cualquier mujer.  Se miraron con complicidad, una leve sonrisa y caída de ojos le vi, mientras le dejaba una taza muy caliente, quizás de café o café con leche.

Apoyó ella sus codos en el mostrador y extendió su cuerpo hacia delante para estar cerca de él.  Lo estaba coqueteando y nosotros mirando hipnotizados.  La dejó sola y para nuestro show, se nos puso de perfil y así mirar las noticias que vaya a saber uno cuantas veces las vio y escuchó.  Lo cierto que no nos importó y tomó el primer sorbo con toda la suavidad que una mujer delicada podía hacer.

No niego que mi mente imaginó varias cosas indecentes, no era el único.  En todo caso, por qué iban a ser indecentes si solo estaba en mi mente y la necesidad de compartir un momento en la intimidad con alguien es un común denominador para todos.  Dejé de sentir culpa por eso y la miré, tanto que mis ojos parecían fijos en cada movimiento, cada acción, gesto, como si la estuviese devorando con la mirada, desnudándola por completo, imaginando todo lo que podría hacer con ella si tan solo un ahora me darían de tiempo.

De pronto, ella se volteó y nos miró a todos, tan rápido como la comenzamos a mirar, bajamos la cabeza o disimulamos no haberla mirado.  Nos había atrapado in fraganti a todos.  Era un juego para ella, lo tenía bien calculado desde el mismo instante que entramos a desayunar.  Pero que importaba, me puso un poco colorado al comienzo pero luego comprendí, que esta seducción era lo que ejercitaba la mente, lo que hace mover ideas y activar partes dormidas del cuerpo y no me refiero a nuestro orgullo, sino a otras emociones que parecen recorrer todo el cuerpo.  Ella se sonrió, realmente era la protagonista de esta corta película y nosotros sus actores de reparto, pero que me importaba si esta distracción me estaba haciendo bien después de tantas penurias y malas noticias.

Cada uno volvió a la realidad, las fantasías se vieron interrumpidas súbitamente porque la mesera así lo quiso y volvimos a mirar el televisor.  Mis medialunas disminuían en número rápidamente, estaban deliciosas, tanto que me chupaba los dedos.      

Para la infamia, otra de las noticias fue lo que aconteció en el 2013.  Una verdadera vergüenza para una nación tan orgullosa y poderosa, pero aconteció como presagio de calamidades futuras, como también, para señalar que no todos su habitantes eran corruptos como ese gobierno, en realidad la mayoría no deseaban tales padecimientos, pero no supieron organizarse y oponerse para evitarlo, fueron seducidos hábilmente porque ellos, no pensaron en el dolor y los padecimientos ajenos, solo pensaron con egoísmo y comodidad, ese año fue un ejemplo para ellos, algunos aprendieron, otros no.

El recuerdo de aquellos días del 2013.  Varios de los presentes se burlaron de lo que veían, los comentarios hacia ellos, los del norte, eran los peores, no quise sumarme a ningunos de los que comenzaron a intercambiar opiniones de una mesa a otra, para mi sorpresa la mesera hizo lo mismo y habló bastante, no me imaginé que se involucraría con alguno, pero lo hizo y provocó cierto clima distendido y agradable, trató el tema con mucha psicología y todos se sumaron para tener tan solo un poco de conversación con esa rubia bellísima.  El ambiente de esa mañana era lindo y extraño en un pueblo que jamás visité y ciertamente, no lo olvidaría con el tiempo.

 

            Fue en el 2013, cuando lo impensado sucedió.  El negocio del petróleo en el mundo estaba atravesando su peor momento. La crisis  fue de tal magnitud, que las potencias más consumidoras no tuvieron otra salida que el enfrentamiento armado.

            ¿Quién lo hubiese pensado?   Veíamos tan lejos la guerra, que en marzo del 2013, Estados Unidos, trajo el conflicto muy cerca.   Centro América ardió en llamas y las aguas del Caribe, llevaron a sus profundidades, miles de almas.

            Estados Unidos lo quería todo.  Rusia, pretendía alejar la guerra próxima a sus fronteras.  Protegiendo a Irán, Rusia, tenia libre el paso hacia el mar del Norte y continuar sin obstáculo su comercio, por eso, un ataque a Irán, por parte de Estados Unidos, hacia peligrar la economía de Putin.

            Rusia se alió a Venezuela y Centro América, firmó así, una guerra segura en la región.

            Los discursos agresivos y amenazas políticas, estaban bien fundados, pero la población mundial, no entendía que realmente algo, iba a suceder, solo creyeron que los cruces de palabras, era tan solo, fanfarroneadas, pero no, los bandos participantes, se preparaban para lo peor.

            Ni los venezolanos, ni los españoles, comprendieron la verdad detrás de las palabras intimidantes.

            Pude ver, en este documental, que por cierto, muy bien realizado, a la flota rusa, en los puertos españoles y como los lugareños hispanos, recibían con júbilo, el arribo de los marinos soviéticos.  Cuanta inocencia, cuanta ignorancia.  Se estaban preparando los rusos, para asaltar del Atlántico y usar a España, como escala para la batalla en el Caribe.

            Quienes estaban a mí alrededor, miraban atentamente el documental y estaba bien.  No debíamos olvidar, como fue la antesala  de la Tercera Guerra Mundial.

            El 2013 nos marcó a todos con fuego y una crisis económica mundial descomunal, más allá, que la Argentina se benefició enormemente con el conflicto.

            Rusia había desplegado un ejército enorme desde Crimea hasta España, para dar a poyo a Venezuela y Estados Unidos, se afianzo en Colombia, Puerto Rico y Haiti, para controlar el mar Caribe.

            Las cartas estaban echadas y el petróleo de Venezuela era el botín.

            Y sucedió.

            Quedamos todos atónitos mirando el televisor.  Estados Unidos había lanzado el primer ataque preventivo como lo llamaban ellos.

            El presidente de Venezuela sabiendo que Rusia lo iba a apoyar, alentaba el enfrentamiento armado sin cuartel.

            El ataque llegó.  Estados Unidos inició la Tercera Guerra Mundial y el Caribe se incendió como nunca.

            La guerra fue sin cuartel.  Venezuela respondió al ataque con un profesionalismo jamás imaginado.  Invadió Colombia y éste, se defendió.  Ecuador se estremeció, porque sus fronteras rivalizaban con Colombia y su simpatía con Venezuela no le dejaba otra alternativa que la guerra contra Colombia y Estados Unidos.

            Desde el puerto de Ceuta en Marruecos de control español y desde el Mediterráneo, la flota Rusa se movilizó para la batalla, pero lo peor, aun, estaba por suceder.

            Los miré a todos.  Estaban hipnotizados.  Dejaron lo que estaban haciendo.  El café, la leche caliente y las medialunas recién horneadas, se estaban enfriando, porque las imágenes estaban tan vivas en la memoria de todos nosotros que cierta humedad en los ojos de muchos, me pareció ver.  No había lágrimas, aún, pero muchos querían llorar.  No era para menos.

            El ruido de las bombas,  que Estados Unidos arrojó sobre Caracas y las centrales eléctricas, me produjo un sobresalto.  No sé, si estaba alto el volumen o el espanto de los sucesos fue lo que me sobrecogió.  Lo cierto, que volví a mirar las imágenes terribles de una Venezuela consumida por el bombardeo norteamericano.  Los latinos, no se quedaron de brazos cruzados, y el contraataque no se hizo esperar.   Luego, llegó lo inevitable.  Rusia, había llegado y con ellos, la esperanza para Centro América que se había vuelto comunista.

            Las imágenes fueron más rápido.  Estados Unidos se debilitaba, Inglaterra su eterna aliada fue en su ayuda.  Si el petróleo de Venezuela era el conflicto de dos naciones, ahora, se expandía a otras más.  Francia puso el grito el grito en el cielo y Alemania sintió erizar su piel.  Toda Europa había vuelto a la Guerra Fría, pero, estaba más caliente que nuca y la amenaza nuclear, más firme que nunca.

            El televisor de 29 pulgadas crujía por los estallidos.  Los puños se me cerraron al igual que a muchos de los comensales,  estábamos recordando días nefastos para la humanidad, porque los líderes, no supieron comprender y negociar una salida pacífica al problema global de abastecimiento de hidrocarburo.

            En toda África del norte, se oían tambores de guerra.  Querían una nueva guerra Púnica contra Europa, en especial contra Italia y armas sobraban.

            La OTAN se puso en marcha, vimos como los tanques más pesados de occidente rodaron hacia Polonia y Hungría.  Los blindados Leopard centraban toda la atención como lo fue, en la Segunda Guerra Mundial.  Rusia vió peligrar su esfuerzo.  Todo parecía, que la balanza se iba a inclinar otra vez de quien efectuó el primer disparo, hasta que otro acontecimiento surgió.

            China llegó al Caribe sorpresivamente y más que nunca el mundo tembló de terror.

            La situación se estaba desbordando y fue imperante para Rusia acabar con Puerto Rico y Malvinas, más precisamente, Gran Malvinas, pues allí, estaba otro sistema de armas H.A.R.R.P.   Sistema de Alta Frecuencia Activa.  El arma que modifica el clima,  generando maremotos, terremotos y tsunamis a voluntad.

            Las nuevas armas silenciosas estaban funcionando a su máximo despliegue y fue allí cuando Rusia, dio un golpe de mando final.  Provocó un desastre natural de enormes proporciones, dándole la victoria final sobre los Estados Unidos.  El sistema H.A.R.R.P. se uso a pleno y los desastres naturales fueron apocalípticos, cobrándose miles y miles de vidas.

            Venezuela proclamó la victoria sobre el imperio americano, pero Chávez, no pudo disfrutar su triunfo, la enfermedad lo consumió rápidamente y los venezolanos obtuvieron con su fallecimiento, una victoria más importante que la guerra.  La libertad de poder hablar sin ser acusados.  La libertad de poder opinar sin ser difamados.  La libertad de poder elegir.  Nada más y nada menos, que la libertad de volver a ser un pueblo unido sin que nadie vocifere la división y enemistad entre ellos.

            Los venezolanos volvieron a ser libres, mas allá, de la victoria militar.  Eso me había puesto más contento que el fin de la guerra, porque quien agitaba y alentaba a la violencia entre los pueblos, ya no estaba más.

 

Por último, el noticiero grabado, mostrada otro de los acontecimientos  más relevantes después de la guerra en Centro América, fue, el perdón de la Deuda Externa a la mayoría de los países de Latinoamérica, lo cual, todos vieron con agrado, pero fue solo una maniobra encubierta para someter a todas las naciones al Nuevo Orden Mundial e implementar definitivamente el dinero electrónico.

            Por primera vez, Argentina se benefició enormemente con el conflicto armado y con el nuevo régimen financiero.  Hubo primero, un gran corralito mundial, pero Argentina, ya estaba entrenada para esta calamidad y salió airosa.

            La devaluación fue global, los estallidos sociales se multiplicaron y el intento de implantar en la mano el chip RFID en la mano solo tuvo éxito en los políticos y en los magnates.  Los pueblos se opusieron a esta marca en la mano o en la frente y el chip fracaso rotundamente.

            La devaluación, sorpresivamente favoreció a la Argentina.  Diez pesos, valieron por diez dólares y diez euros.  Así de rara era la economía por aquellos tiempos pero el perdón de la deuda externa fue tan extraña como la reconstrucción del Templo del Rey Salomón en la explanada de la mezquita.

   

Las excusas para seguir en el bar ya no servían, la calidez de la mañana entraba por las ventanas y tuve un fuerte deseo de estar al aire libre.  Las medialunas no estaban más en el plato, las devoré por completo, pensé que sobrarían pero tan ricas estaban que solo algunas migas quedaron y la taza igual.

Uno pidió la cuenta, pagó y cuando la mesera le entregó su vuelto, lo acompañó con un beso.  ¿Así era la despedida acá?  No me pareció que se conocieran de antes, ni tampoco que hayan dialogado tanto como para ser merecedor de tan ruidoso beso.  Inevitable fue que todos mirásemos esa escena.  ¿Haría lo mismo conmigo?  La fantasía otra vez al orden del día y no lo niego, me excité.

Quizás una cuestión de propina, pero la de ese hombre eran tan solo de algunas monedas.  ¿Y si le dejaba uno o varios billetes?  Mi capacidad de imaginación elaboró imágenes increíbles e irreproducibles.  ¡Cómo funciona el deseo!  Tan solo el gesto o el movimiento de una sola persona, agita emociones profundas a muchos y uno de esos era yo.

Era mi turno.

Pedí la cuenta.  ¿Me daría un ruidoso beso?  Seguro que sí, pues cuando se acercó, extraje un billete cuyo vuelto iba a ser demasiado.  Mi propina también.  Recogió el dinero y se lo entregó al cajero, ese joven al otro lado del mostrador tan cómplice como ella.

Era el momento.  Que idiota me sentí, la vi venir como si una cámara lenta se proyectara ante mí.  Tan tonto me comporté que mis piernas comenzaron a moverse y no había ningún terremoto, eran mis movimientos involuntarios que lo provocaban.  Ella avanzaba y yo sudaba.  Por qué si era tan solo una bella mujer, por qué tanta excitación por una mesera.  ¡Y sí, había varios motivos!  Mientras más cerca más fuerte sentía latir el corazón y no era mi mujer, pero así es como funciona la seducción.  Me miraba mientras caminaba para llegar a mí y una leve sonrisa me regalo.  Sus labios gruesos no los iba a olvidar.  Esa nariz perfecta como si fuera operada tampoco.  Ni hablar de su cuerpo y la forma de caminar.  No tenía el cartel de “soy modelo” pero lo hacía igual.  Mis manos imitaron a mis piernas, en la escala de Richter seguramente marcaría ocho o nueve.  Que ridículo que me sentía, pero que importaba si un beso era el final.

Ella llegó a mí, tan descoordinado estuve que al recibir el vuelto y rozarme con sus dedos mi mano, dejé caer algunas monedas y no reaccioné con rapidez para evitarlo.  Tuve tiempo para recordar al protagonista de “Tonto y re tonto” a ese me parecía.

Era el momento y torcí suavemente mi cabeza para que mi mejilla quedara libre de obstáculo y recibir tan estrepitoso beso.  Ella se acercó y me dijo: “Gracias”.

Dio media vuelta y se fue.

Por un momento me quedé desconcertado y frustrado, dolido y con rencor.  ¿Por qué a mi no?  Pero rápidamente reaccioné como si de un sueño me despertara y comprendí todo el juego de seducción que desde el comienzo, ella ejercía sobre nosotros.  Sonreí y vislumbré que solo fue un atractivo momento, un manejo de la energía de ella hacia nosotros.  Estuvo genial.  Dejé mi propina, no eran monedas como el otro, sino billetes, no me importó irme sin su beso, quizás en la próxima podía ser, una cuestión de tiempo o de confianza.
 

 

Cap. II

Un Camino De Oportunidad

 

Uno mismo es su propio refugio,
¡Qué otro refugio podría haber!
Habiéndose controlado a uno mismo,
Se obtiene un refugio difícil de conseguir.
Dhammapada. 160.

 
 

UN CAMINO DE OPORTUNIDAD

 

Dejé atrás el bar y esa tan particular mesera.  Caminé para ir por mi camioneta y pude ver que la destrucción también había llegado aquí muy violentamente.  Ningún lugar en el planeta parece haberse salvado de los terremotos y los daños colaterales de los impactos de los cometas.  Varias casas ya no estaban en pie.  Prolijamente acomodaron los escombros en diversos sectores e inservibles las viviendas para continuar la vida.  Quizás sus moradores hayan muerto al momento pues nadie parecía estar realizando alguna obra para reparar las varias casas que fui observando al caminar.  Si esta devastación llegó hasta aquí, no quería imaginar de lo que pudo haber sido el conurbano bonaerense o la misma capital de la Argentina.

Mucha destrucción, tanto de un lado como del otro, hasta los árboles se derrumbaron.  Debía agacharme para continuar por la vereda pues uno de ellos, el tronco colapsó sobre lo que fue un hermoso chalet y su techo sirvió para detener su brutal caída.  Pasé por debajo y continué hasta que llegue y puse en marcha la 4 por 4 que tanto me ayudó en este viaje tan escabroso o doloroso hacia Neuquén, lugar donde supuestamente, se está tratando de reconstruir el país.       

La ruta estaba despejada, toda para mí.  Deseaba profundamente, compartirla, pero mi camioneta, era la única.

Tenía la oportunidad y las primeras horas de la mañana por delante.  El sol más hermoso no podía ser, el cielo por detrás completamente celeste y con algunas delgadas nubes blancas que la atravesaban, se asemejaba al manto de la Virgen de Luján.  Detuve la camioneta a varios kilómetros de la ciudad con todo lo que llevaba conmigo, el vehículo era mi casa, ya que en Buenos Aires todo se había perdido.  Salí del camino y estacioné en una amplia banquina, mucho campo y árboles para disfrutar, pero la mañana era lo que quería deleitar.

Sin duda que la Virgen hizo el último esfuerzo, habló en todos los idiomas al hombre, pero no hicieron caso o quizás, no tenían ganas de escuchar  ¿Quién sabe?  Pero yo, acá, sentado, contemplando la paz absoluta y en soledad.

Ante mis ojos, una cuadro natural, una postal, una obra de arte.  El campo y los árboles bellísimos.  Los animales por doquier y las aves ni que hablar, por todos lados.  Ellos ni idea tienen de lo que aconteció y acontece aun en el mundo  ¿Y por qué deberían?  No es problema de ellos.  Me deja una reflexión.  Nosotros lo tuvimos todo, nos creímos superiores y ahora estamos padeciendo, nada nos quedó, solo lo que podemos cargar.  Mientras que las aves, siguen con sus vidas como cualquier otro día y no las veo preocupadas o estresadas.  ¿Quién es más feliz, nosotros o las aves?  ¿Quién llora más por los bienes perdidos, nosotros o los animales?  Ahora, nada nos quedó.

            Me acerqué a la camioneta y me aseguré que todo estuviera bien, la moto atrás bien atornillada y encadenada, por las dudas.  El tanque de combustible lleno y los tubos de gas por la mitad, por ahora alcanzaba.  Traté de sintonizar la radio, una antena muy larga le había colocado, algo se podía escuchar pero no, quizás pasando las colinas que adelante estaban, podría ayudarme para sintonizar mejor y ponerme al tanto de las noticias locales, por lo menos, pues lo que vi en el bar estaba un tanto atrasado, debía de haber algo del Tsunami, de Buenos Aires, de España, de Italia o de los sobrevivientes, pero nada de eso, por lo tanto, no había duda que me encontraba desinformado, me resistía a la idea de ser unos de los pocos.  Tanto planeta para mi solo no era justo.

            Miré a mí alrededor, solo paisaje, hacia un lado y al otro.  Hileras de árboles que daban de sostén a muchos nidos de cotorras.  El canto de ellas las conocía y estaban ahí, bastante cerca donde me detuve, los vi volar muy cerca, eran ellas las propietarias y yo el intruso, sin duda de eso, el extraño solo quería descansar y contemplar la ascensión del sol, pero ellas revoloteaban para asegurarse que no les representaba amenaza alguna, una y otra vez volaron cerca de mi cabeza, una actitud bastante rara, pero bello para mis ojos.  Yo lo disfruté, no se si ellas también, lo cual dudo, los hombres fuimos una amenaza para nosotros mismos, que podía esperar el reino animal de nuestros actos.  Seguro que destrucción.

            Mis intentos de sintonizar alguna estación de radio fueron infructuosos, solo ruido de estática abundaba.  Mi mente no se detenía ni un instante y comprendí que mi aislamiento realmente fue total.  Varias veces me pregunté si fue correcto dejar Buenos Aires, nadie creía en mí, nadie prestó atención a mis palabras, por más absurdas que parecieron algo tuvieron que haber asimilado, pero hasta el último día que permanecí con ellos, a nadie le importó mis conclusiones, ni a mi novia, bueno, amigovia, no éramos ni amigos ni novios, algo intermedio, la falta de decisión nos llevó a eso, a no comprometernos, seguramente debía pasar así, si el amor nos hubiera envuelto hoy estaríamos juntos, sin embargo, estoy acá, solo escuchando estas aves coloridas y unos sonidos muy diminutos que según mi apreciación me indicaba que eran pichones.

            Quizás, halla sido ese el motivo del alejamiento, el despecho de esa mujer que me fuera con rumbo desconocido, justo en el peor momento de la humanidad o probablemente, sean los dos motivos que justifiquen mi aislamiento del resto de la gente, mi desacuerdo con ella y la bronca por no ser comprendido, sin embargo, estas aves pese a todo lo que el planeta pasó y deberá seguir soportando, siguen unidas y no las veo preocupadas por nada, solo por este extraño que se les acercó y nada más.

Sabía y estaba seguro que todo iba a empeorar en el Medio Oriente y en el Lejano Oriente, ni hablar del cometa Pax.  Eduardo y Romina tenían razón, los escuché y por eso, me di una mano a mí mismo.  Que importante fue ese día en que me dispuse a escucharlos, tan solo en unas horas de permitir que algunos me explicaran lo que intuían o lo que sabían, me otorgó hoy estar vivo.  Cuántas veces oímos a personal decirnos algo que en su momento no nos parecía importante y sin embargo con el tiempo resultaron ciertas y no nos podíamos acordar de todo lo que nos dijeron, precisamente, porque no les prestamos la debida atención, pues de haberlo hecho, hubiésemos estado mejor, pero no, esa mala costumbre de no escuchar, esa falta de comunicación con nuestros semejantes nos impide estar un poco mejor.  Ese es mi mejor consejo.  ¡Comunicación ante todo!  Como lo hacen los ejércitos, ellos se basan en información y comunicación para ganar una batalla, entonces, porque no hacer lo mismo si ellos lo toman como premisa si es su vida la que está en juego.  Información y comunicación entre los hombres es lo que debe haber, por lo menos, de aquí en más pero no veo a muchos con quien dialogar, solo paisaje y animales.

            La mañana era única y en la ruta ni un alma pasaba.       

            De pronto, pude ver a lo lejos, del mismo lugar por donde yo había llegado, lo que parecían automóviles, no podía ser un espejismo.  Mi deseo a ver gente de Buenos Aires otra vez, me hacía latir el corazón muy rápido.  Eran autos y venían hacia mí, no eran dos, sino varios.

 

            Me dispuse a establecer contacto con ellos, me acerqué a la ruta, no creo que me tuvieran miedo, estaba solo y sin arma, bueno, me refiero en mi mano o en mi cintura.

            Los autos estaban por llegar y la alegría me desbordaba cuando puede ver que me hacían luces, quizás ellos también tenían ganas de hablar con alguien.  Aminoraron y no tenía dudas que iban a parar, pero un temor me invadió.  Yo no los podía distinguir bien, no veía quienes eran los que manejaban.

¿Y si su intención era robarme?  ¡Ya los había visto antes hacer semejante cosa!  Van en grupo numeroso, asaltan a todos cuanto pueden, los despojan de sus pertenencias y si tienen vehículo mucho mejor.  No les dejaban ni el aire para respirar.  ¿Por qué tuvo que venir a mi mente, temores semejantes?

Estaban por llegar y en el primero eran todos hombres.  ¡Por Dios!  ¡Qué caras!  Creo que había llegado mi turno, a los de atrás no los podía ver bien, pero a los primeros sí.  Ahí estaban, me miraron tan fijos que comencé a dudar, correr o arriesgarme.  ¿Qué hacer?

            Tomé la decisión, pese a mi temor, esperé en el mismo lugar, no podían ser todos malos, arriesgaba mi Ser.  El auto ya casi a mi par cuando pude ver a los otros vehículos, muchos niños con ellos, en realidad sobrecargados de criaturas.

- Buen día.

- Buen día – Le respondí.

- ¿Lo podemos ayudar, se quedó la camioneta?

- No, no, tan solo me detuve para ver el amanecer y para darle un descanso al vehículo, se estaba calentando el motor. – El ofrecimiento de ayuda me hizo aliviar, no eran ladrones.  Quién me habló lo miró al conductor y entendí que ellos también querían parar, deberían estar cansados como yo.

- Si no le molesta, le haremos compañía, nuestro viaje fue largo.

- ¡Que me va a molestar!  No soy dueño de esta ruta. – Quise ser un tanto gracioso, pero no fue oportuno, ninguno se rió y la verdad que sentí vergüenza por lo que dije, todo para congraciarme con desconocidos.  Eso me demostraba la necesidad que tenía de hablar con alguien, pretendía ser gracioso y solo hice el ridículo.  La primera vez que actuaba de esta manera, siempre seguro de mí mismo, sin embargo, la necesidad de salir de mi aislamiento me traicionó.

Sin más palabras, arrimaron los vehículos a un costado y ese griterío a niños me trajo hermosos recuerdos.  Hacía mucho que no veía criaturas jugar y la verdad que no me molestaban sus gritos, por el contrario, tanto silencio y soledad, no me estaba agradando, los recuerdos me vinieron a la mente y no pude evitar quedarme mudo y contemplar a ellos salir de las camionetas, con saltos, alaridos y empujones, me gustaba verlos y las mujeres se dieron cuenta, quizás la humedad de mis ojos me delataron, pero fue inevitable, extrañaba a quienes más quería y no sabía que fue de ellos, principalmente los de Buenos Aires y mis amigos de San Bernardo.

Me acerqué a quién era el mayor, no se porqué lo hice pero me pareció que él era quien dirigía al resto.

- Christian es mi nombre. – Le estreché mi mano.

- Un gusto, el mío es Juan y ellos son mis yernos, Gastón, Marcelo, Sergio y Enrique. – Todos nos saludamos.

- Soy de Quilmes – Le dije – Pero en realidad, hace mucho que me fui de Buenos Aires.

- Yo soy de Buenos Aires. – Marcelo se identificó de provincia. – De Avellaneda  ¿Usted sabe lo que pasó?

Esa pregunta me dejó duro, la verdad que ni ellos deben saber lo que pasa en estos momentos, pues cada día era una noticia nueva y trágica.  En ese momento cuando intentaba contestarle, se acercaron las mujeres para saludarme y así lo hicimos, luego nos alejamos de la ruta y fuimos a unos metros al campo, dos árboles se destacaban del resto y servían para darnos una fresca sombra en plena mañana.

Los niños seguían en la suya.  Puede ver que una de las niñas siempre estaba al margen del resto, si bien todos eran lindos, esta tenía algo especial.  Su cabello negro azabache, largo y fino, se agitaba a cada ráfaga de viento.  Sus ojos eran sorprendentes, muy claros, no era ni celeste ni verde, pero su mirada, penetrante como jamás había visto,  Un placer ver a una pequeña así.  Sus labios delgados y rozados, piel blanca y cejas bien negras pero finas, igual que su pelo.  Si existiera concurso de belleza, los tres primeros puestos eran para ella.  La miré por muchos segundos, ellos se dieron cuenta de mi mirada perdida, estaba hipnotizado por la criatura, que no jugaba con el resto, siempre por detrás y no comprendía porque no la invitaban a sus juegos, que muy entretenidos parecían.

No les pregunté nada sobre ella, tenía ganas pero no lo hice, no había confianza para hacerlo.

Si los ojos y el rostro son el reflejo del alma, como estaba seguro que era, esta hija de Dios, poseía el más hermoso espíritu.  La belleza exterior, se correspondía con la hermosura interior.  No había entablado conversación, solo cruces de miradas, pero la sensación de paz y armonía podía percibirla.

Estábamos listos para dialogar y dejé de mirarla, ninguna de las mujeres fue con ella, como tampoco del resto de los niños, sus juegos eran totalmente inocentes e independiente de sus padres.  Pero la bella niña siempre sola, cerca de sus amigos o parientes, pero sin entrar en contacto, no se la veía perturbada por su marginación, era su decisión y parecía que el resto así lo comprendía.

Me dispuse a dialogar.     

 

- Lo último que supe fue sobre el conflicto en Turquía, Israel  y Grecia, pero pude enterarme de la caída del cometa PAX, o mejor dicho de los efectos que tuvo en Buenos Aires, pero desconozco la magnitud de ellos. – Me callé y esperé una respuesta.

- La última caída del fragmento fue devastadora, esperaron a último momento para desviarlo o por lo menos eso era lo que decían que iban a hacer. – Ya me iba a imaginar lo que iba a decir, lo fragmentaron y no lo pudieron destruir.

- A veces pienso que lo hicieron a propósito. – Marcelo estaba muy enojado, no podía ocultar su bronca. – Dijeron que tenían la capacidad nuclear para destruir al cometa PAX y para que los cálculos no fueran errados, esperaron a que estuviese más cerca de la órbita terrestre.  Dispararon sus mísiles, los rusos y los americanos, impactaron, pero Pax era tan grande y tan sólido que lo fragmentaron en miles de pedazos, pero el asteroide que venía adelante mantuvo su titánica fuerza, el resto, eran de importantes dimensiones, lo suficiente para destruir pero los asteroides que estaban atrás, imposibles de impactar con nuestra supuesta maravillosa tecnología. 

- ¿Cayeron donde decían que iban a caer? – Solo hice esa pregunta, no quise que supieran que los astrónomos argentinos que trabajaron en los cálculos de impactos eran amigos míos y me pusieron al corriente de todo lo que podía pasar.  ¡Y no se equivocaron!

- ¡Por supuesto!  – No sabía que decir en ese momento, si alegrarme por mis amigos y su buen trabajo o ponerme triste por lo que ya me imaginaba que me iba a contar. – Los líderes mundiales  decían que estaban locos, que sus cálculos eran equivocados y que los observatorios con lentes más potentes estaban en lo cierto... – Ahí lo interrumpí.

- ¡Que nada iba a pasar!

- ¡Claro!  Ellos decían que los astrónomos argentinos estaban equivocados, que no podían hacer cálculos estimados con tan bajo presupuesto y equipos tecnológicos atrasados con respecto a lo que ellos tenían.

- Sin embargo... – Agregué y me comprendió.

- Sin embargo, los dos astrónomos argentinos tenían razón.  Los españoles también apoyaron a los argentinos, eso si que fue muy bueno, estaban convencidos que la Luna no los iba a detener, los españoles, no solo confirmaron lo que dijo el Observatorio de La Plata, sino que mejoraron en la precisión y pusieron el grito en el cielo, recién ahí, cuando España reaccionó primero de todos los países europeos, podía haber algo de luz en esta mentira sobre la trayectoria.

- PAX venía hacia nosotros.

- No solo que venía, sino que una semana antes, seguían sosteniendo argentinos y españoles públicamente una tragedia inminente, pero los que dicen ser potencia los hicieron poner en ridículos.  Recuerdo que mencionaron una tesis de ellos muy buena, pero los extranjeros afirmaban que era equivocada.  Lo repitieron tantas veces que la gente les creyó a los de afuera. – Me moría de ganas de contarles, que esa tesis era formidable, pero las agencias extranjeras necesitaban ridiculizar a los argentinos, debían ponerlos como astrónomos poco creíbles para cuando anunciaran la llegada de PAX y veo que lo lograron.

- ¡Me estás queriendo decir que el cometa impactó cuando todos aun estaban en Buenos Aires!

- Antes de que cayera el cometa o los fragmentos, las comunicaciones fallaron por completo. - Juan intervino en ese momento. - Imposible hablar por teléfono con un amigo de Avellaneda hasta Belgrano, totalmente imposible.  A veces había luz, otras no, las noticias llegaban cuando querían y por un amigo radioaficionado pude darme cuanta que no solo estábamos atrasados, sino que muchas eran falsas.  No se cual era el propósito, pero eran falsas, acá se hacían eco de los mensajes por internet, lo tomaban como válido y lo lanzaban al aire.

- No solo era en la Argentina, en otros países de América Latina también, incluso en los Estados Unidos padecieron enormes problemas de desinformación. – Juan.

- ¿Allá también? – Eso me había sorprendido.

- Sí.  Creo que el pueblo americano, ignoraba por completo lo que ocurría y me atrevo a decir que ellos, estaban menos informados que nosotros, ya que los militares tenían el control de todo y solo respondían cuando una pregunta era hecha hasta el hartazgo.  Realmente los americanos no sabían nada.  Engañaron al pueblo americano una vez más y por más que se quejaran, estaban en manos de los militares y los grupos económicos, que son realmente quienes gobiernan el norte

- ¡Traicionaron a su propio pueblo! – Le contesté.

- No.  Ellos lo vieron como una cuestión de números.

- ¿Qué quieres decir?

- Al tener mayor cantidad de muertos, más comida iban a tener los que estaban en los refugios, por eso no avisaron nada.

- ¿Cómo que no avisaron?

- Sí.  Así fue el tema. – Me confirmaba Juan. – Luego del colapso, oficialmente dijeron que fallaron los sistemas de comunicación y no sabían nada del resultado del impacto.

- ¡Pero hay centenares de observatorios en todo el mundo y no dependen del ejército!

- Correcto, más a mi favor. – Aseguraba Juan. – Acá los astrónomos, advirtieron que se pudo ver la detonación pero los fragmentos si bien habían cambiado la trayectoria, seguía viniendo hacia acá.  En cambio los americanos solo se ocuparon de trasladar, el oro de sus reservas, alimentos, combustibles y reubicar guarniciones durante la noche anterior en lugar de planear una evacuación masiva. – Ya había comprendido.

- Claro, con una evacuación  ¿Cómo se podía alimentar y asistir a tantos refugiados?

- Refugiados en su propio territorio. – Agregó Sergio.

- ¡No sé si la falla de las comunicaciones fue obra de ellos mismos! – Por los conocimientos que tenía y por haber estado en la embajada Argentina en China, debía haber otro motivo. – Puede ser que las alteraran para ganar tiempo e impedir la información, pero los chinos, estaban manejado todos los sistemas de telecomunicaciones y tienen muy buenos equipos para interferir.

- ¿Cómo lo sabes? – Me interrogó Marcelo.  De ninguna manera les iba a decir que estuve en China.

- Un amigo en telecomunicaciones me planteó este problema y me anticipó que podía suceder.

- Eso demuestra que en América Latina estábamos mejor informados.

- Si Marcelo – Le contesté. – Creo que en los latinos hubo mejor voluntad en prevenir, pero no nos dejaron.

- Cómo fue siempre. – Gastón con bronca lo aseguró.

- Pero díganme, que ocurrió con Buenos Aires. – Estaba muy inquieto por saber y Marcelo tenía ganas de seguir hablando.

- Cuando cayó el quinto cometa de mayor tamaño, algo así como 850 metros de diámetro, casi un kilómetro, el cinco de mayo, fue el Apocalipsis.  Era el más grande y se precipitó en el mar Caribe con el equivalente de una bomba de 208 megatones, que desde ya no existe en el arsenal nuclear de los hombres. – La piel se me puso de gallina, era lo que Eduardo, el astrónomo de La Plata me había dicho que tenía la trayectoria original. – El impacto fue tan grande en el Caribe que aparentemente quedó solo una isla, no sé cuál, pero casi todas menos una colapsaron en la explosión y el canal de panamá simplemente desapareció del mapa, el Atlántico y el Pacífico ahora están unidos.

- ¿Cómo dices?

- ¡Sí!  Así como escuchaste, el canal de Panamá, ya no existe.

- Y Méjico aun sigue soportando terremotos que lo está desgarrando todo los días, más tierras se pierden en el mar, como ocurrió hace 65 millones de años cuando los dinosaurios se extinguieron al impactar en Yucatán aquel cometa del día final. – Agregó Gastón.

- ¡Las islas del Caribe ya no existen más! – Insistía Juan con un gesto de sus manos que lo decía todo.

- ¿Entonces si se produjo la ola gigante hacia Buenos Aires? – Pregunté.

- ¿Gigante? – En vez de responderme me hizo una pregunta exagerada, era obvio que me quedé corto.  Por Dios, lo que me contaría sería terrible.

- Mi amigo.  Nosotros estamos vivos porque hicimos caso a esos locos astrónomos de La Plata y de España que aseguraban que PAX impactaría y provocaría una gran ola hacia todos los continentes.  Yo le tengo tanto miedo al agua que no dude en irme hasta los límites de Azul y Olavarría, la verdad que bien no sé en donde estaba, porque tomamos un camino viejo y no estaba en los mapas.

- ¿Y que pasó?

- El quinto impacto fue total, como si el mismo Dios nos hubiese arrojado cientos de bombas atómicas.  El maremoto no tenía forma de medirse y creo que jamás se lo pudo hacer, pues viajaba tan rápido que nadie quiso quedarse. – Tenía razón ¿quién se quedaría a ver la ola mortal? – La ola viajó por todo el sur, desde ya que las costas norte de Brasil soportó el primer oleaje, penetró por el Canal del Norte, avanzó por el Amazonas y escucha bien Christian. – Mis oídos se abrieron como nunca. – Más de 600 kilómetros recorrió.

- ¡No hay forma de sobrevivir a eso!

- Ninguno sobrevivió, no tuvieron escape, solo aquellos que varios días antes se fueron, pero el río Amazona y todos sus afluentes no tienen altura.

- Ni los que se fueron se salvaron. – Comprendí la magnitud del desastre.

- Por lo que se dice, ahora en donde estaba ese río, ahora hay un nuevo mar, o mejor dicho se formó un golfo. – No sabía como reaccionar ante semejante revelación, solo podía sacudir mi cabeza, imposible de creer lo que escuchaba.  En ese momento el mate ya estaba listo y las mujeres llegaron a donde estábamos nosotros, pese al horroroso relato no íbamos a despreciar el mate caliente y las galletitas que tenían en abundancia.

- Perdona que te insista, pero ¿qué pasó con Buenos Aires? – Volví a preguntar mientras aceptaba unas galletitas de chocolate

- Parte de la ola o la expansión continuó por el Atlántico, desde ya que una alcanzó la costa oeste de África, pero llegó a Uruguay. – Hizo un silencio, no se por qué, quizás por algún amigo o familiar muerto, no lo se y no se lo iba a preguntar. – La ola pasó por encima de Uruguay y llegó al Río de la Plata. – No pude comer más, su silencio estaba justificado.

- ¡Lo que me estás diciendo me paraliza! – Reaccioné al instante.

- Así habrán quedado los que no salieron por tierras altas.  No sé en que pensaban los porteños en ese momento o porque no se marcharon. – Para mi estaba claro.

- Marcelo… - Lo interrumpí. - Si en días normales, nos lleva más de una hora salir del centro de Buenos Aires, imagínate en pleno caos.  Lo habrán intentado seguramente.  ¿Pero cuánto habrán podido avanzar con tantos cientos de miles de autos escapando hacia el mismo lugar? – No me equivocaba en lo que le decía, realmente la ciudad jamás fue pensada para tremenda evacuación.

- Tienes razón Christian, debe de haber sido imposible.

- ¡Entonces murieron todos! – Me tuve que resignar.  No pude evitar bajar la cabeza y sentir un profundo dolor por los porteños que muchos, eran mis amigos.

- Si alguno sobrevivió a la gran ola, te digo que lo que vino después fue el broche de oro.

- ¿Después? – Otro interrogante, eso no me gustaba nada, parecía que estaba escuchando una película de terror, las mujeres que cebaban mate, las vi muy tristes, era obvio que muchos de sus familiares y amigos murieron

- El impacto del fragmento, provocó trastornos en el fondo del lecho marino y parece que las placas tectónicas en el Atlántico temblaron, no fue mucho pero lo suficiente para generar un Tsunami. – Ya estaba, esa palabra para mí era terrorífica, lo había comprendido perfectamente, estaba seguro que eso iba a acontecer, un Tsunami en el Atlántico era un horror total.

- ¿Eso debe haber sido peor? – Le pregunté, pero ya suponía la respuesta.

- ¿Sabes lo que es un Tsunami?

- ¿Sí?

- La ola vino directamente al Río de la Plata y toda la Costa Atlántica.  Desde Tandil, la Fuerza Aérea monitoreaba desde el aire y colocaron un observatorio independiente a todo lo que las agencias extranjeras dijeran.  La Fuerza Aérea daba partes continuos pero no todos los canales se hacían eco, no puedo decirte los porcentajes, pero les daban más credibilidad a los emitidos desde las agencias extranjeras que a los nuestros.

- Ustedes no.

-Obvio.  Si le creíamos a los del observatorio de La Plata con más razón a la Fuerza Aérea, tenían mayor presupuesto y aviones observando en la altura como los Orión, todos los aparatos vigilaban en lo alto.

- Pero no todos hicieron caso a las advertencias. – Gastón con enfado confirmaba la falta de coordinación.

- ¡Tiene que haber muchos más sobrevivientes! – Me resistía a creer que todos estaban muertos.

- Cuando llegamos al este de La Pampa, supe de grandes caravanas de autos que salían de Buenos Aires, por radio se hablaba de un éxodo, principalmente a Neuquén, no sé por qué, pero era lo que más se escuchaba.

- A Neuquén se dirigen todos. – No podía dejar de decírselos, desde el primer momento fueron atentos conmigo y no podía ser menos, les daría el motivo pero no los detalles. – Aparentemente quieren establecer allí la nueva capital de la Argentina y ya le han puesto un sobre nombre.

- ¿Sobre nombre?

- Le dicen el Faro del Mundo.  Desconozco por qué, pero de eso se dice de Neuquén, el Faro del Mundo.  Si debo hacer conjeturas, un faro es para guiar.

- ¡Pero una cosa es guiar a los argentinos que escapan del agua y otra es ser Faro del Mundo, eso abarca demasiado!

- No están tan errados Marcelo, el polvo por los impactos y las  erupciones volcánicas están tapando la luz solar.  Cuando tuve noticias sobre la oscuridad en otras partes del mundo pensé que era solo por el efecto de la guerra.

- Disculpa que te interrumpa, pero no estás equivocado en eso, los incendios que hay no tienen precedente, antes del cometa, Rusia, Japón, incluso la misma China, estaban envueltas en densas capas de nubes negras por el fuego, ahora están fuera de control, abandonaron los intentos de apagarlos por miedo a quedar rodeados por las llamas.  Solo se limitan a abrirse paso para dejar que los civiles escapen.  No se que ocurre en otras partes, estoy bastante confundido al respecto.  Las temperaturas en el hemisferio norte eran altas y el fuego lo está consumiendo todo, es como si el infierno hubiese ascendido a la tierra, consumiendo todo.

- Si, pero el polvo y los escombros de los impactos van a cubrir por completo la luz solar por mucho tiempo, si a esto se une a lo que provoca la guerra, es como digo, las tinieblas subirán y todo se concentrará en el hemisferio norte.  Acá podremos tener algo de oscuridad, pero seguiremos cultivando.

- ¿Estás seguro de eso Christian? – Juan se interesaba, se sentía responsable de todos por ser el mayor.  

- Estoy seguro, por lo menos en cuanto a la oscuridad, ahora si un cometa cae acá o se da otro evento geológico lo desconozco.

- Se ha hablado de una posible invasión a la Patagonia por las naciones que se están quedando sin alimento. – Sergio quería saber eso, intuía que yo sabía algo más y no pude escondérselo.

- Mira Sergio, analiza los movimientos que han hecho las guarniciones militares en los últimos años, no creo que lo hayan realizado por un simple gasto de dinero.  Si confiaban en el observatorio de La Plata, en la base aérea de Tandil y en la no-intervención en los conflictos externos.  Todos los pertrechos militares fueron llevados desde Monte Caseros hacia La Pampa, Neuquén y la Patagonia, incluso los regimientos y fábricas de Buenos Aires fueron desplazadas al interior del país, los elementos logísticos y de comunicación, incluso SITEFA tiene un nuevo domicilio lejos de Buenos Aires, creo que eso dice todo, pero nadie supo decodificar esta medida preventiva.

- ¿Y por qué no lo anunciaron?

- ¡Sergio! – Un tanto enojado me puse. - ¿Acaso oyeron a los astrónomos de La Plata?  ¡No!  ¿A los españoles con todo su prestigio internacional? ¡No!  Nadie hizo nada para prevenir.  Y si lo hubiesen hecho los militares, todo seguiría igual, como ocurrió.  Ninguno estuvo dispuesto a dejar sus hogares por miedo a que le saqueen sus viviendas en caso que nada pasara.

Esperaron hasta último momento.  Como dice en el libro de las Revelaciones  “No sea cosa que cuando llegue los encuentre dormido” y efectivamente el hombre estaba totalmente dormido, dejó para lo último lo que debía ser primero, dejó para el final lo que más apreciaba, su propia vida, tanto fue su aprecio que le importó más los bienes materiales y Pax llegó durante la noche y se lo llevó todo.  Todo por lo que trabajaban y vivían Pax se lo llevó en un instante, el hombre es esclavo de sus propios bienes.

Su apego a la materia, los amordazó a su trágico final, a la muerte.  Buscaban salvarse, esperando sentados en sus casas, como si una mano salvadora a último instante fuera a arrebatarlos de la tragedia.  ¡Que ilusos!  No Sergio. Cada uno sabe lo que quiere y como lo quiere.  Ellos esperaron sentados un milagro, esperaron que otros hicieran lo que ellos debían haber hecho, por lo menos, por amor propio. -  Debí hacer una pausa, me estaba agitando, enojando con quién no debía, me di cuenta de mi error y no podía ser. - Disculpa mi tono de voz, es que quiero ver más gente en esta ruta y solo la vea a ella, quiero creer que los argentinos fueron inteligentes, auque sea el último día y hallan podido escapar.

- No te preocupes, todos te entendemos, pasamos por el mismo trauma.  Pero la ola fue muy grande.

- ¿Hasta donde llegó?

- Avanzó muy adentró, pero la altura la fue debilitando, la que vino por la Costa Atlántica no pudo llegar hasta Tandil, chocó contra las sierras.

- ¡Las sierras, por Dios!  ¿La ola debió ser realmente enorme?

- Muy grande, escuché un comentario que el impacto de Centro América sobrepasó los 200 metros de altura, pero solo fue un comentario.  La que penetró por el Río de la Plata, al ser el río de poca altura, duplicó su tamaño, fue como entrar a un embudo. – Mi gesto lo decía todo. - Llegó hasta General Alvear y casi Pehuajó, pero bastante debilitado, nosotros estuvimos muy cerca.

- Ya lo creo, no hay mucha distancia de donde vienen.

- Muy cerca, porque salimos el día anterior.

- ¡Y pese a eso, la ola llegó más rápido!

- ¡Casi nos gana Christian!

- No hay duda, no pueden haber salido a tiempo, si ustedes con un día de anticipación casi fueron atrapados, es imposible que hayan emigrado en gran número.

- Es lo que decíamos nosotros, pero sé que hay caravanas yendo al oeste, no tienen porque haber tomado esta ruta.

- Espero que así sea, sino estaremos más solos que Adán y Eva.

- Y déjame decirte algo más, a último momento se hizo un llamado nacional, a todo aquel con experiencia en las fuerzas armadas para formar un nuevo ejército junto con la Cruz Roja y se que se unieron con otras fuerzas de toda América Latina, con la intención de socorrerse en todo lo posible y otras cosas que se anduvieron diciendo por ahí que no comprendí.

- ¿Cómo un ejército único?

- Algo parecido a eso.  Uno, que lo agrupara a todos y los primeros ya están en el sur. – Ese dato me dio algo de que sospechar.

 

No quisimos seguir con la conversación, tanto para mí como para ellos fue suficiente y cada uno hizo lo suyo.

Me alejé del resto, la niña encantadora se puso detrás de mí, no me asusté, pero me tomó in fraganti cuando revisaba el motor de la camioneta.  Era la segunda vez que controlaba el motor y todo lo que estaba cerca, el mínimo problema o rotura, me podía significar días a la deriva sin ayuda inmediata.

Me miró y me sonrió, le respondí de la misma manera.  Tenía un vestido largo hasta la rodilla tan limpio y claro como el algodón, eso me llamó la atención, una prolijidad impecable, intuí que era hija única, daba cualquier cosa, apostaba lo que fuera porque no tenía hermanos.  Sus zapatos blancos no parecían ensuciarse en la tierra, caminaba como un ángel, tan suave y despacio que el polvo del campo no la afectaba.  Si quería una hija, este era el modelo.

Se acercó y me dio una foto, en realidad era una estampita de la Virgen de Lujan, pero de un tamaño mayor a las que conocía.

No era secreto ni raro, que la mayor parte de los argentinos, amásemos a la Virgen de Lujan, con su típico traje color a la bandera Argentina y una Luna en cuarto creciente a sus pies.

Cuarto Creciente, tal cual como estaba la Luna el 30 de abril en la constelación de Géminis cuando el asteroide PAX colisionó durante la noche contra la Tierra, en el hemisferio norte, pero los pormenores de la tragedia lo desconocía.  Mi exilio al campo, no me permitía conocer los detalles de lo sucedido, solo que ocurrió y de la peor manera.

Cuando le iba a dar las gracias, se había marchado, los niños eran así, aparecen y desaparecen, pero su cálida mano aun la sentía en mi piel.  Escuché gritos y una ronda festejaba con felicidad estar en el pasto.  En el centro estaba ella, esta vez, jugaba con sus compañeros.  Todos giraban en torno a la pequeña, como si fuera el sol y los restantes diez chicos los planetas en torno a sí, aunque el sistema solar reconoce solo nueve.  Ninguno le hablaba, ella solo me miraba como si supiera que eso, un hijo, era lo que tanto anhelaba, pero un compromiso con alguien estaba un poco lejos de ser real.  Por ahora no era posible, pero me había dado en el corazón y muy torpe me sentí en cada cosa que hacía, justo en el alma me dio y me gustó.  Maravilloso era verlos a todos, como si un paseo hubiesen dado.  Ellos ignoraban por completo los asuntos mundiales y la famosa globalización, solo gustaban con divertirse y no era para menos, el día se prestaba para eso y un número muy grande de mariposas llegaron hasta ellos, revoloteando sin cesar, en el mismo sentido de la ronda, parecía increíble que sucediera pero mis ojos no me engañaban.  Los coloridos insectos no parecían querer dejar la ronda.

Con seguridad y deseo me dije en mi mente “algún día tendré un hijo o hija”  Debía esperar.


 

Cap. III

La Desconfianza

 

 La falta de confianza por tu parte,
Conlleva a la falta de confianza
Por parte de los demás.
Tao Te King.

 


LA DESCONFIANZA


 

No pude evitar seguir solo, la pequeña caravana que había encontrado o que ellos a mí, partió hacía algunas horas, no era mala gente, pero mi intención era otra, una búsqueda no solo de información, sino de algo más profundo, algo en el recóndito de mi corazón.  Esto no podía ser el fin de todo, la creación no podía culminar en los próximos años, un objetivo debía tener.  Totalmente seguro de mi apreciación y la búsqueda de un sentido espiritual había comenzado, sin darme cuenta, o dándome cuenta ahora que sin querer lo estaba haciendo inconscientemente.

Lo cierto que estaba en la búsqueda.

General Hacha quedaba atrás, dos opciones ante mí, desviarme al sudeste, para llegar a Bernazconi, muy próximo a la frontera con el sudoeste de Buenos Aires o la ciudad al sudeste de La Pampa, Puelches.

La segunda opción me acercaría a Neuquén, donde Eduardo y Romina me deberían esperar, lo último que supe de ellos era que tenían otro descubrimiento que no les dejaba dormir, no me lo explicaron, los noté por teléfonos muy alterados y no quisieron decirlo, no estaban seguros aun y querían chequearlo con otros observatorios antes de tirar otra bomba, así me lo había asegurado Eduardo, “una bomba de noticia”  En realidad, Romina no estaba tan al tanto de esto, sino Eduardo era quién se encontraba distinto, el último llamado fue lo más extraño que pude sentir de él, su insistencia en lo visto en la cola del cometa, le quitaba el sueño.

Ese desconcierto me había vuelto loco a mí también, me encantaban los nuevos enigmas, toda una revelación, si no se equivocaron con PAX  ¿por qué desconfiar con esto que acababan de descubrir?  Pero las comunicaciones eran un desastre, nunca más establecí contacto con ellos.  Habíamos pactado encontrarnos en algún lugar de Neuquén, no pusimos ningún punto de encuentro, pues jamás habíamos ido a esa provincia, ni conocíamos las rutas que no llevaban a la ciudad, pero de algo estábamos seguros, si Eduardo, Romina y yo, acordábamos ir Neuquén, nos íbamos a cruzar tarde o temprano.  Ellos me conocían, mi espíritu aventurero y mi soledad, me permitían vagar libremente por todo el territorio argentino, mientras el combustible me lo permitiera.

La otra opción era dirigirme a Bernazconi, el motivo muy simple.  Bernazconi era la última porción elevada de La Pampa, a partir de allí, siempre hacia el este o sudeste, encontraría los límites de la provincia de Buenos Aires y por consiguiente, los terrenos muy bajo, una pendiente hacia abajo, si el Tsunami, llegó del Atlántico y alcanzó los espacios de Tandil, que tan elevado estaba, esta región sur de la provincia, desde Viedma hasta Bahía Blanca, debió soportar la gran ola destructiva.  Quería ver eso.

Opté por desviarme, ir hasta Bernazconi, no era muy lejos y me sobraba el combustible, me pondría al tanto de lo que hubiese ocurrido ahí, pues ni noticias del lugar, ni siquiera de Mar del Plata, cualquier cosa podía haber pasado.

 

 El viaje era tranquilo, me topé con algo muy extraño, lo cual comenzó a multiplicarse.  La ruta era un desastre, totalmente rota, pasé por el costado de muchas fracturas y no podía creer que las autoridades provinciales tengan unas vías de accesos en tan malas condiciones.

A medida que avanzaba, me di cuenta que esto no era un problema de deterioro por falta de mantenimiento, mis apreciaciones del comienzo eran equivocadas.  Miré bien, abrí la puerta y me paré y estiré por sobre el techo de la camioneta.  ¡Qué desastre!  Esto no era obra del hombre, imposible, quedé asombrado, toda la ruta a lo largo estaba destruida, más lejos observaba, más destrucción hallaba.  El pavimento levantado por completo, no había duda que los terremotos fueron  los responsables de tanta destrucción.

Dude por un instante en continuar.  Tomé el mapa que estaba en el asiento de mi ausente acompañante.  Un ruido potente se acercaba cada vez más y a gran velocidad, para mí era familiar, miré hacia delante y a los costados, nada veía, el ruido aumentaba y era obvio que no podría verlo por tierra sino por el aire, salí como un resorte y desde el pavimento lo  busqué cubriéndome los ojos por el fuerte sol.  Estaba ahí.  Como loco lo saludé, como un niño agitaba mis brazos para que me viera, pero el entusiasmo pudo más que la razón, el Hércules C-130 estaba alto, como para que me viera y si lo hiciera nada haría por mí en medio de la nada, si volaba iba hacia algún lugar, su trayecto era el mismo que el mío.  Si estada indeciso, ya no, el avión me estaba marcando el rumbo a seguir, hacia allí, seguro encontraría muchas respuesta.

No tuve más que continuar por el camino desastroso, consulté el mapa y solo debía seguir por donde ya estaba, llegaría a Bernazconi. Barajé la hipótesis que ese avión de carga tenía la intención de llegar a Bahía Blanca, pues era la misma ruta que elegí y bueno sería conocer esa hermosa ciudad, de la cual tanto me hablaron.

Lento pero seguro, continué.  Esquivé cuanto cráter apareció, no era la Luna, sino, una ruta Argentina.  Tomé muchos caminos alternativos de tierra que surgieron en los minutos sucesivos para evitar los cortantes fragmentos del pavimento y no me detuve por nada.

Tras varias horas, el mediodía ya había pasado y a la vista estaba la ciudad que parecía ser Bernazconi, por lo menos en los mapas así lo indicaba.

Increíble, pero luego de muchos meses, volvía a ver a mucha gente.  Pero mi alegría estaba un tanto confusa, si bien comencé a divisar personas, las pude ver trabajando en tareas no muy gratas, estaban removiendo escombros a ambos lados de la ruta.

Montañas de ruinas, restos de lo que parecían haber sido viviendas, puertas, ventanas y todo tipo de electrodomésticos destrozados lo conformaban.  Aun no ingresaba a la ciudad misma, todo lo que mis ojos veían era lo que sacaron de Bernazconi, esa tarea de remover tantos deshechos debió ser muy doloroso para ellos, pues los montículos eran muchísimos a ambos lados,  

Al llegar a la entrada misma de la ciudad, comprobé el desastre.  Patética imagen de una ciudad que parecía haber soportado una guerra, pero no, estaba claro que fue uno o varios terremotos. 

Claro, el mapa lo decía todo, al noreste las sierras de Tandil, debieron ser las responsables de esta calamidad.  Avancé sin detenerme, las calles despejadas y todos me miraban sin emitir una palabra, no había ánimos en sus rostros, claro estaba que yo, era un extraño, tan solo me miraron y luego, continuaron con lo suyo, retiraban lo último que quedaba, ya casi la tarea concluida.  Continué hasta una esquina y me detuve, allí había un anciano con una escoba y al bajar la ventanilla le pregunté lo que había sucedido.

El buen hombre me miró, perdió por un instante su mirada en la profundidad de la mía y no me dijo nada, continuó con lo suyo.  Que equivocado que estaba, él no, yo.  ¿Cómo pude hacer esa pegunta tan estúpida?  La respuesta era más que lógica.  No supe hacer la pregunta correcta y formulé la más tonta.  No pude culparlo, él acababa de perder todo y un ingenuo le hace tan ridícula consulta.

Me hice una pregunta para que yo mismo me respondiera ¿Por qué estaba teniendo tan mala comunicación con la gente?  A quienes había visto en la ruta anterior, cuando nos saludamos hice un comentario estúpido.  Ahora, interrogaba de la forma equivocada.  Esta no era lo habitual me contactarme con desconocido, mi tiempo en la embajada Argentina de China, me había enseñado mucho, pero las circunstancias actuales eran distintas, era obvio que los ánimos también.

Seguí en la búsqueda de algo, de qué, no sé, pero continué.

Al llegar al frente de una escuela, tuve una sorpresa que me desconcertó, los niños jugando en el patio mediando una reja para su seguridad, parecía que el desastre no quebrantaba su voluntad de aprender y de esparcimiento, no eran muchos y todos me pareció ser de la misma edad, quizás, alguna maestra ausente les permitió prolongar su recreo; todos con sus guardapolvos blancos, algunos un poco sucio pero como si para ellos nada estuviese ocurriendo.  Las instalaciones tan deterioradas como todas las casas hasta ahora vista, pero se mantenía aun de pie, sus columnas al descubierto, sin el revoque, soportaron el sismo lo que daba crédito a sus constructores.  No pude con mi intriga y fui en busca de su director, sin saber si el ánimo fuera igual que los ciudadanos con quienes me crucé, lo planteé como meta a conseguir.

Dejé estacionada la camioneta a la vista de todos que seguían cada movimiento mío, realmente era un extraño. No se quien estaba más asombrado, yo de ellos o ellos de mí.

 

- Buen día. – Le dije a quién parecía ser el portero.

- Buen día. – Su respuesta fue igual que mi saludo y se quedó mirándome, a la espera que continuara mi acercamiento.  Un poco confundido e incómodo me sentí, la conversación se había cortado ahí, si esperaba a que él dijera algo más, nos alcanzaría la noche.  Debía continuar.

- Quería ver al director o directora.

- ¿Qué necesita? – Me preguntó con mucha desconfianza mientras más personas se iban acercando al lugar.  Parecía como si me estuviesen acechando.  Vi como algunos hombres fueron hasta la camioneta y miraban hacia adentro, buscando, quién sabe qué.  Estaba un poco nervioso, no sabía como romper el hielo de tan fría conversación y áspera desconfianza.  Los observé a ellos pero sin duda que era con este portero con quién debía comenzar mis buenas relaciones en Bernazconi, dejé de mirar como inseguro a todos los que se acercaban y le di explicaciones aunque no me sentía responsable de nada.

- Vengo de Buenos Aires. – Eso fue suficiente, todos me clavaron la mirada, sus ojos parecían brillar y no me gustaba nada, como una mala palabra.  Mis nervios aumentaron y no pude esconderlo.  El portero algo me iba a decir.

- ¿Y? – Estaba todo dicho, mi comunicación era pésima, no había forma de llegar a la gente, mis tiempos en las Embajadas, en la Cancillería, habían quedado atrás, mi comunicación deplorable con todos y esto era porque el mundo había cambiando y mi aislamiento, la falta de información me mantuvo al margen de todo.  No había otra opción, dejar de rodeos y decir quien era o porque estaba allí, si ellos tenían desconfianza tenían sus motivos.

- Mi nombre es Christian y me fui de Buenos Aires algunas semanas antes de la caída de PAX, le digo que... – En ese momento, una mujer salió por detrás del portero y se presentó como la directora de la escuela.  Ella me interrumpió la explicación y enhorabuena.

- Buen día.

- Buen día. – Le contesté.

- Venga, pase, hay café caliente si quiere.

- Sería muy bueno un café. – No hizo falta decir más nada, al verme ingresar, el resto de los hombres que husmeaban alrededor del vehículo se marcharon y el portero no me miró tan desafiante.  En ese momento, el timbre sonó muy fuerte y me sorprendió, efectivamente mi cuerpo reaccionó como si un golpe eléctrico hubiese atravesado toda mi médula.

- No se alarme, tuvimos que poner uno más potente para que sirviera de alerta no solo para los niños, sino también para el resto de la gente por si un nuevo terremoto estuviera por llegar y requiriéramos la ayuda de sus padres. – Dios mío, eso no me gustaba nada, como si una película estuviera viendo o me la estuviesen contando.  Me hizo esperar unos minutos en el pasillo, dio ordenes a los maestros que iban saliendo de sus aulas, pues eran las cinco, hora de dejar la escuela y los niños emergían raudamente de cada aula, con sus mochilas y sus juegos continuos, nada los detenía ni siquiera yo en medio de su camino, pero no me importó los muchos golpes que recibí de sus bolsos, ellos estaban contentos y a de decir verdad, yo también, los miré tan hipnotizado como a los niños de la ruta.  Esto me alegraba el corazón en medio de tanta tristeza, lo podía sentir en mi piel y en mis ojos, la emoción me estaba ablandando hasta que la directora llegó nuevamente a mí  – Pase caballero. – Eso hice y pude ver las terribles marcas que los terremotos provocaron en la pared y techo, no eran tan grandes pero de considerable daño.  Me senté sin que lo dijera mientras ella servía dos cafés abundantes.  No le puso azúcar pues la azucarera estaba a un costado, tampoco me preguntó si quería mucho o poco, simplemente lo llenó y lentamente volteó y tras varios pasos llegó a la mesa.  Su mano no temblaba, a pesar que cargaba con dos cafés doble, eso era una buena señal en una directora para actuar en casos extremos, la cordura y la rápida decisión podían salvar muchas vidas en caso de un desastre, por el contrario, yo me sentía un poco nervioso y al recibir la tasa se notó la gran diferencia en ambos, no me avergoncé pues la situación era esa, la emoción era así y no debía reprimirla sino dejar que surgiera.

Tomó la azucarera y varias cucharas, se sentó frente mío y el dialogo estaba por comenzar.

- Muy extraño me sentí desde que llegué.

- Debe comprender que las cosas no son como uno hubiese querido, no todo está bien.

- Desde la ruta pude ver los destrozos del terremoto.

- Si y dicen desde la base aérea de Tandil que seguirán las sacudidas.

- Vi pasar un Hércules muy cerca de acá, eso me animó a continuar.

- Traen provisiones cada tres días, sin ellos estaríamos muertos o por lo menos en serios problemas.

- Eso ocurre en todos los pueblos.

- Sí, la fuerza aérea, trabaja día y noche, tanto es así que hace dos días, supimos de un avión, más chico que el Hércules, se estrelló por fatiga de los pilotos, prácticamente no duermen, tienen que llevar provisiones a muchos lugares de lo que queda de Buenos Aires. – Mi corazón se detuvo por un instante, lo dijo con tanta naturalidad que contuve mi respiración. - ¿Por qué usted viene del oeste cuando todos van en dirección contraria de la suya?

- La verdad es que me fui de Buenos Aires antes que todo comenzara...

- Buena decisión.

- Y... – No sabía como seguir, los indicios que malas noticias tendría estaban asegurados.

- ¿Y...?

- Estuve mucho tiempo en los campos de Buenos Aires y La Pampa, no pude sintonizar la radio...

- ...Imposible, no hay comunicación radial ni telefónica, tampoco hay programas de entretenimientos, fíjese como están las cosas.

- ¿Quién tendrá ganas de actuar?

- ¡No hijo mío, no hay canal de televisión que haya sobrevivido! – Mi rostro lo decía todo, el desconcierto que tenía me estaba superando, se dio cuanta la directora que estaba muy mal informado o que no comprendía la enormidad de la situación.  En ese momento el portero ingresó a la oficina.

- ¿Nada quedó en Buenos Aires?

- Veo que estás un tanto perdido.  ¡Buenos Aires casi no existe! – Un nudo en la garganta impidió que pudiera seguir ingiriendo más café.  No pude ni siquiera emitir palabra.  Sabía sobre las dos olas, pero el alcance de las palabras de la directora me estaban indicando una tragedia aun mayor y me temía que estaría a punto de descubrirlo. – Es mi hijo. – Lo decía por el portero. – Tiene que disculparnos por el mal trato, más aun si viene de Buenos Aires.

- ¿Pasó algo con los porteños y ustedes?

- Con los porteños nada, ellos estaban más al norte. – Para mi sospecha usó la palabra “estaban”, tiempo pasado. – Con los del sur de la provincia de Buenos Aires es el problema.

- Hicieron algo malo por lo que puedo apreciar.

- Sí.  La desesperación y la falta de amor, los llevó por malos caminos y a cometer todo tipo de delitos. – Ella se sentó justo enfrente, el portero a su lado.

- ¿Cómo cual?

- Mira, cuando los terremotos comenzaron, al principio fue suave, los del sur de la provincia siguieron en sus ciudades, pese a que la base aérea les pidió como medida preventiva que dejaran sus casas y se fueran al oeste, más o menos de donde usted viene.

- ¿Y nadie hizo caso?

- Muy pocos. – Era obvio, más de lo mismo, la gente esperando a último momento.

- ¿Con los porteños habrá ocurrido algo parecido?

- Quizás sí, quizás no.  No lo se, no tenemos noticias de ellos, como te dije, las informaciones cesaron y cada ciudad trató de sobrevivir como pudo.  Solo los equipos militares llevan partes informativos, pero todos son pedidos de insumos médicos y para coordinar desplazamientos de caravanas.  Ellos nos tienen al tanto de lo que ocurre, pero siempre es la misma tragedia, los terremotos y las olas fueron para todos igual, así que no tiene mucho sentido preguntar que les ocurrió a los otros pues a todos nos pasó lo mismo.

- Disculpe que insista.  ¿Pero que es lo último que se sabe de Buenos Aires?

- Una ola llegó del norte, atravesó Uruguay y penetró por el río de la Plata y golpeó la costa de todo el conurbano bonaerense y la capital.

- ¿Esa es la ola que provocó el quinto cometa más grande de PAX?

- Sí.

- Me han dicho que hubo otra ola.

- La segunda ola es una consecuencia del asteroide.  Parece que un Tsunami se generó en el fondo del Atlántico y avanzó hacia acá.  – Ambos se miraron. - Arrasó con todo.

- Borró del mapa los campos y ciudades de Buenos Aires. – Agregó el portero.

- ¡Por Dios!

- Pero no terminó ahí.

- ¿Qué quieres decir? – El hijo de la directora tenía muchas ganas de hablar ahora, a modo de compensar por tan frío recibimiento.

- Nos han explicado que las erupciones volcánicas de la cordillera de los Andes, fueron y siguen siendo apocalípticas, la colosal cadena montañosa en toda América del sur, está generando una fuerza tan devastadora que la onda de vibración llega hasta la costa del Atlántico.

- Por eso esta destrucción en Bernazconi.

- Más o menos.

- No te entiendo.

- Acá, repercute lo que te acabo de decir, pero las sierras de Tandil, tienen sus propios movimientos sísmicos, eso nos afecta directamente y a lo que fue Bahía Blanca y Viedma. – Con mi mano lo detuve, fue una orden instintiva para que callara, extendí la palma hacia adelante para que interrumpiera su relato.  No se ofendió, pues creo que me comprendió.

- ¿Lo que fue? – Interrogué.

- Lamento decirte lo que fue, pero las sierras, generaron una fuerza muy potente y sus elevaciones aumentaron, Bernazconi y la ruta que habrás podido ver, están más elevadas que meses atrás, eso se debe que toda esta placa de tierra subió sobre el nivel del mar y por consiguiente, el sur de Buenos Aires, con muy baja altura, no tuvo otra opción que por una ley física, bajara.

- ¡Bajara!  ¿Qué tanto bajó?

- Lo suficiente para terminar debajo del mar. – El silencio fue total.  Varios minutos necesité para digerir esa información.  Me descompuse, pero me quedé en la oficina, dejé la silla muy cómoda y caminé un poco.  Llegué hasta la ventana que daba a la calle y comprobé como muchas de las veredas y parte de la calle por donde había venido y la que me faltaba por recorrer, estaban elevados.  Tenía razón, aprecié ese dato antes pero no entendía que la situación era realmente peor.  Podía estar por mucho tiempo en esta situación de lamentación, pero de qué podía servir, qué sentido tenía lamentarse por lo que no tenía segunda oportunidad, lo que aconteció, ya fue.

- ¿Eso tiene que ver con los de Buenos Aires que llegaron hasta acá?

- Así es.  La desesperación y la locura los atrapó por completo.  Quienes a último momento pudieron escapar de la muerte segura, lo hicieron con lo poco que pudieron cargar. – Decía la directora.

- ¡Y fue poco! – Agregó su hijo.

- Muy poco.  Por eso cuando llegaron a los límites de La Pampa y vieron que pese a los terremotos, nosotros seguíamos en pie.

- Por que la altura de La Pampa es mayor. – Añadí.

- Claro.  Luego en vez de pedir ayuda, que se la hubiésemos dado sin inconveniente, tuvieron otra actitud, muy deplorable del ser humano, o lo que es natural de él.  Sin comprar o pedir, saquearon a varios comercios y hasta hubo heridos de balas y muertos.

- ¡Una pelea por la supervivencia!

- Una pelea de mediocridad.  Defendimos lo nuestro, a nuestra gente y a nuestras cosas.  Como piratas llegaron y el enfrentamiento fue inevitable por desgracia, las viudas fueron en ambos lados y los cementerios tuvieron mucha actividad.  Luego se marcharon a través del campo, robando todo lo que pudieron, cargaron en sus vehículos todo lo que les permitió la capacidad y se marcharon al norte.  Por supuesto que allí, también hubo enfrentamientos y muertos.

- ¿Hacia Tandil?

- Suponemos que sí, pero hubo más sacudidas de tierra, así que no puedo decir si están vivos o muertos.

- ¿Estás hablando de miles de personas?

- Sí, varios miles de ellos.

- ¡Qué tragedia!

- Es increíble ver como el mar se tragó la tierra.

- ¿Lo has visto?

- Por supuesto, no está muy lejos de acá.

- Discúlpame pero no conozco tu nombre.

- Miguel.

- ¡Miguel!  Cada vez que hablas me sorprendes, dijiste que no está muy lejos de acá.  ¿Qué cosa no está muy lejos de acá?

- ¿De qué estamos hablando?

- ¡Del sur de la provincia!

- ¡Así es!  Cuando te dijimos que el mar se tragó la tierra, estoy diciendo que toda la porción del sur de Buenos Aires no existe, no solo la costa, sino muchos kilómetros adentro y continúa hundiéndose. – Realmente debía ser verdad lo que decía, no noté fingir ninguna expresión y cada vez que se revelaba para mi una nueva noticia era como una bofetada dolorosa.  Esta era la situación real de la provincia capital de Argentina.

- ¿Qué dimensiones tiene?

- Desde Bahía Blanca hasta Viedma al este y al oeste, está por caer todo lo que se encuentre entre General Conesa y La Adela. – Eso era una catástrofe desproporcionada, pero como no creer en lo que decía si ya todo era una locura.

- Miguel es hora. – Le advirtió la directora a su hijo y luego me explicó – Después del horario de escuela, se juntan varios hombres y se dirigen al otro poblado que está más al este, allí, las aeronaves dejan provisiones. - En ese momento Miguel dijo algo que me provocó un vacío, una laguna, un pozo de dudas enorme y cargado de un profundo temor.

- ¿Quieres venir? – Dudé un tanto, no sabía que importante podía ser ir a buscar provisiones si no eran para mí sino para ellos.  Quizás, porque necesitaran de mí para algún trabajo, pensé.  La duda me hizo elaborar muchas conjeturas en milésimas de segundo.

- No sé, tendría que...

- Estaríamos a escasos kilómetros de lo que acabamos de hablar. – Ahí sentí una gran culpa, no lo había dicho para pedirme un favor, sino para que pudiera ver con mis ojos del desastre de Buenos Aires. 

- Vallamos. – No pude decirlo con gran entusiasmo, lo tenía, pero cuando lo propuso, creía que era para usarme, sin embargo nada de eso.  Otra vez interpreté mal la situación, nadie me exigía nada y yo dudaba tontamente.  Eso me estaba demostrando mi poca predisposición a servir realmente a otros, y no como en las embajadas, donde todo se hacía de pudo interés comercial.

Los niños y en formación según sus maestros estaban saliendo y solo se retiraban del establecimiento si los padres de los más pequeños los recogían.  Debimos esperar algún tiempo para que el último se marchara, Miguel era el portero y pese a haber muchas maestras él debía estar ahí y esperar.

Muchas miradas se posaron en mí, otra vez al igual cuando ingresé, hablaban y hasta algunos me señalaron con sus dedos tímidamente, un verdadero forastero, lo que me convirtió en el tema de la tarde y no veía que importante podía ser yo en todo esto, lo cierto que más que incómodo me sentí protagonista de algo ¿de qué? no lo sé, pero esa sensación de estar en el lugar justo y en el momento de mayor importancia de un lugar era el que estaba viviendo.  Sin duda que la escuela lo podía ser, pues aquí se agrupaban los padres obligadamente y que mejor espacio que este para debatir o coordinar cualquier necesidad del pueblo tan severamente castigado por los terremotos.  ¿Qué participación o importancia tenía Miguel en el rutinario viaje que estábamos por comenzar?

Las madres eran muy jóvenes, tanto como yo, algunas me sobrepasaban en edad, pero, a más de una la miré con mucho deseo, eran lindas o mis ganas de estar con una bella mujer me sobrepasaba.

Con varias de ellas nos cruzamos las miradas, no era una disco ni un bar, pero este juego de mirarse resultaba muy motivador y halagador.  Miguel y yo, nos mantuvimos en el umbral de la salida, como custodios de una disco bailable observábamos todo a nuestro alrededor y a los presentes, en realidad yo, él prestaba mucha atención a cada niño y cada padre que lo recogiera debidamente, en tanto yo, dejaba vagar mi mente y mis sueños despiertos. 

El último se había marchado con su madre y pude ver como otros vehículos se habían agrupado enfrente, ahí estaba la respuesta de porque no nos habíamos marchado antes, delante de los niños, todos estaban armados, con escopetas, carabinas y pistolas.  La situación me demostraba que cada poblado debía armarse y salir en caravana en estas condiciones, de lo contrario, el robo era inevitable.  Quién podía asegurarme que el viaje iba a ser pacífico.  Mi perspectiva de la situación estaba cambiando y esto era mucho más que protagonismo, era una cuestión de súper vivencia.  No me eché atrás y continué con la postura de ir con ellos.

Subí a mi camioneta, miré y nada faltaba, tal cual la había dejado así estaba.  Encendí el motor y presentí que mi vida estaba por cambiar, para bien o para mal, esa era mi decisión.

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