lunes, 25 de junio de 2012

Apocrifo.  Carta de Pilatos a Tiberio.
Segunda carta de Pilato

"Carta de Poncio Pilato dirigida al emperador romano acerca de Nuestro Señor Jesucristo. Poncio Pilato saluda al emperador Tiberio César"

 

Pilatos, en esta carta, muestra una vez mas su arrepentimiento y deja en claro que por temor a una revuelta popular, condena a Jesús a la crusificción, ante previos tormentos.
Habla del Maestro de Galilea, como un hombre piadoso y austero.  Asegurando que no existió y existirá jamás, un hombre como él.
La decision de condenar a Jesús, no fue por encontrarlo culpable de algún cargo, sino, por la presión del pueblo y de los mismos sacerdotes judíos, que vieron en Jesús, una amenaza para sus intereses religiosos.  Asegura que su muerte, es el resultado de la "malicia humana"  En otras cartas, Poncio Pilato, destaca la honorabilidad de Jesús y un convencido, que era el Hijo de Dios.  Pero no pudo hacer frente a las fuertes presiones para condenarlo y dejarlo en libertad.
 
Así dice el texto:


 
Jesucristo, a quien te presenté claramente en mis últimas relaciones, ha sido, por fin, entregado a un duro suplicio a instancias del pueblo, cuyas instigaciones seguí de mal grado y por temor. Un hombre, por vida de Hércules, piadoso y austero como éste, ni existió ni existirá jamás en época alguna. Pero se dieron cita para conseguir la crucificción de este legado de la verdad, por una parte, un extraño empeño del mismo pueblo, y por otra, la confabulación de todos los escribas, jefes y ancianos, contra los avisos que les daban sus profetas y, a nuestro modo de hablar, las sibilas. Y mientras estaba pendiente de la cruz, aparecieron señales que sobrepujaban las fuerzas naturales, y que presagiaban, según el juicio de los físicos, la destrucción a todo el orbe. Viven aún sus discípulos, que no desdicen del maestro ni en sus obras ni en la morigeración de sus vidas; más aún, siguen haciendo mucho bien en su nombre. Si no hubiera sido, pues, por el temor de que surgiera una sedición en el pueblo (que estaba ya como en estado de efervescencia), quizá nos viviera todavía aquel insigne varón. Atribuye, pues, más mis deseos de fidelidad para contigo que a mi propio capricho el que no me haya resistido con todas mis fuerzas a que la sangre de un justo inmune de toda culpa, pero víctima de la malicia humana, fuera inicuamente vendida y sufriera la pasión; siendo así, además, que, como dicen sus escrituras, esto había de ceder en su propia ruina. Adiós. Día 28 de marzo.
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

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