Fragmento
copto berolinense. Palabras de Jesús
La
materia y el mundo
La
materia y el pecado
Pedro le
dijo: «Puesto que nos lo has explicado todo, explícanos también esto: ¿cuál es
el pecado del mundo?». El Salvador dijo: «No hay pecado, sin embargo vosotros
cometéis pecado cuando practicáis las obras de la naturaleza del adulterio
denominada «pecado». Por esto el bien vino entre vosotros, hacia lo que es
propio de toda naturaleza, para restaurarla en su raíz».
Prosiguió
todavía y dijo: «Por esto enfermáis y morís, puesto que [practicáis
lo que os extravía. Que quien pueda comprender] comprenda. [La materia
engendró] una pasión carente de la semejanza, puesto que procedió de un acto
contra natura. Entonces se produce un trastorno en todo el cuerpo. Por esto os
dije: Estad en armonía (con la naturaleza), y si no estáis en armonía, sí que estáis
en armonía ante las diversas semejanzas de la naturaleza. Quien tenga oídos
para escuchar, que escuche».
Últimos
preceptos
Después de
decir todo esto, el Bienaventurado se despidió de todos ellos diciendo: «La paz
sea con vosotros, que mi paz surja entre vosotros. Vigilad para que nadie os
extravíe diciendo: «Helo aquí, belo aquí», pues el hijo del hombre está dentro
de vosotros; seguidlo. Los que lo busquen lo hallarán. Id y proclamad el
evangelio del reino. No 9 impongáis más preceptos que los que yo he establecido
para vosotros, y no deis ninguna ley, como el legislador, para que no seáis
atenazados por ella».
Dicho esto,
partió.
INTERMEDIO
Ellos, sin
embargo, estaban entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos
hacia los gentiles y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre?
Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».
Entonces Mariam se levantó, los saludó a todos y dijo
a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su
gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su
grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres». Dicho esto, Mariam
convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del
[Salvador].
Pedro dijo: «Mariam, hermana, nosotros sabemos que el
Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras
del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos
escuchado». Mariam respondió diciendo: «Lo que está escondido para vosotros os
lo anunciare». Entonces comenzó el siguiente relato:
PALABRAS
DE MARÍA MAGDALENA
Visión
de María
«Yo —dijo—
vi al Señor en una visión y le dije: «Señor, hoy te he visto en una visión». Él
respondió y me dijo: «Bienaventurada eres, pues no te has turbado al Verme,
pues allí donde está el Intelecto, allí está el tesoro». Yo le dije: «Señor,
ahora, el que ve la visión ¿la ve en alma o en espíritu?». El Salvador
respondió y dijo: «No la ve ni en alma ni en espíritu, sino que es el Intelecto
que se halla en medio de ellos el que ve la visión, y él es el que [...]».
[Laguna:
faltan las páginas 11-14].
La
ascensión del alma
[...] a él, y la Concupiscencia dijo: «No te he visto
bajar y ahora te veo subir. ¿Por qué mientes, si me perteneces?». El alma
respondió diciendo: «Yo te he visto, pero tú no me has visto ni me has
reconocido. Por la vestimenta, que era tuya, y no me reconociste». Una vez
dicho esto, (el alma) se apartó con gran alegría y seguidamente cayó en manos
de la tercera potestad, la llamada Ignorancia. Esta interrogó al alma diciendo:
«¿A dónde vas? En maldad estás atenazada; puesto que estás dominada, no
juzgues». El alma dijo: «¿Por qué me juzgas tú a mí, si yo no te he juzgado? Yo
he sido dominada, pero no he dominado. No he sido reconocida, pero be sabido
que el universo está siendo disuelto, tanto en las cosas terrenales como en
las cosas celestiales».
Una vez el
alma hubo sobrepasado la tercera potestad, continuó ascendiendo y divisó la
cuarta potestad, la de siete formas. La primera forma es la tiniebla; la
segunda, la concupiscencia; la tercera, la ignorancia; la cuarta, la envidia de
muerte; la quinta, el reino de la carne; la sexta, la loca inteligencia de la
carne; la
séptima, la sabiduría irascible. Estas son las siete potestades de la ira, las
cuales preguntan al alma: «¿De dónde vienes, homicida? ¿A dónde vas, dueña del
espacio?». El alma respondió diciendo: «Lo que me ata ha sido matado y lo que
me atenaza ha sido aniquilado, y mi concupiscencia se ha disipado y mi
ignorancia ha perecido. A un mundo he sido precipitada desde un
mundo, y a una imagen desde una imagen celestial. La ligadura del olvido dura
un instante. En adelante alcanzaré el reposo del tiempo (kairós), del
tiempo (chrónos), (el reposo) de la eternidad, en silencio».
EPÍLOGO
María
Magdalena reveladora de Jesús
Después de
decir todo esto, Mariam permaneció en silencio, dado que el Salvador había
hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a los hermanos: «Decid
lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo, por mi parte, no creo que el
Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas son bien extrañas». Pedro
respondió hablando de los mismos temas y les interrogó acerca del Salvador:
«¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de modo
que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que la ha preferido a nosotros. Entonces
Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: «Pedro, hermano mío, ¿qué piensas?
¿Supones acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma o que miento
respecto al Salvador?
Entonces
Leví habló y dijo a Pedro: «Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo
ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el
Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el
Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien,
pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre perfecto, partamos tal como nos
lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley
fuera de lo que dijo el Salvador».
Luego que [Leví
hubo dicho estas palabras], se pusieron en camino para anunciar y predicar.
El evangelio según Mariam.
Nota: la numeración del fragmento copto corresponde a las páginas del manuscrito.
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